Un caso de fobia, el pequeño Juanito (hans)


Caso Hans:
ü  Freud estudia la fobia en un niño de menos de 5 años
ü  Tomo encuentra tres puntos de vista para este estudio
1.     saber si refrenda la tesis que ha formulado en Tres ensayos de teoría sexual
2. eventual contribución al entendimiento de esta forma tan frecuente de    enfermedad,
3. ver si de ella se puede extraer algo para el esclarecimiento de la vida anímica infantil y para la crítica de nuestros propósitos educativos.
ü  Freud tiene dos objeciones en relacion con este analisis:
1.      Hans no es un niño normal, tiene predisposicion para la neurosis
2.      El trabajo carece de todo valor objetivo, ya que fue realizado por su padre
ü  No hay arbitrariedad en la psiquico, sea la edad que sea, en cuanto a la incerteza en los enunciados infantiles, se debe al hiperpoder de su fantasia, en los adultos deriva del hiperpoder de sus prejuicios. El niño no miente sin razon, en general se inclina mas que los grandes al amor a la verdad.
ü  En la epoca de la enfermedad y en el curso del analisis, aparecen las incongruencias entre lo que dice y lo que piensa, lo asedia un material incc.
ü  Durante el analisis fue necesario darle muchas cosas, cosas que el mismo no sabe decir, insitarle pensamientos de los que nada se ha mostrado en el todavia.
ü  Un psicoanálisis no es una indagación científica libre de tendencia, sino una intervención terapéutica; en sí no quiere probar nada, sino sólo cambiar algo. Siempre, en el psicoanálisis, el médico da al paciente las representaciones-expectativa con cuya ayuda pueda este discernir y asir lo inconciente.
ü  Sin esa ayuda nadie sale del paso. Lo que uno puede liquidar por sí solo son perturbaciones leves, nunca una neurosis que se haya contrapuesto al yo como algo ajeno; para dominar esta se necesita del otro, y en la medida en que el otro pueda ayudar, en esa misma medida es curable la neurosis.
ü  Como todos los niños, Hans aplica a su material sus teorías sexuales infantiles, sin recibir incitación alguna para ello. Las cuales son enteramente ajenas al adulto.
ü  El tema del nacimiento tenía que pasar para Hans a través del complejo de excreción, por lo cual se empezo a ocupar en el «Lumpf»
ü  Las fantasías del instalador, que hace Hans proceden del «complejo de castración» tempranamente adquirido.
ü  El primer rasgo imputable a la vida sexual en el pequeño Hans es un interés particularmente vivo por su «hace-pipí», descubre que basándose en la presencia o falta del hace-pipí uno puede distinguir lo vivo de lo inanimado.
ü  En todo ser vivo, que él aprecia como semejante a sí, presupone esta sustantiva parte del cuerpo, tambien la estatuye en su hermana recién nacida no dejándose disuadir por lo que ve con sus ojos.
ü  Decidirse a renunciar a ella en un ser semejante a él importaría, se podría decir, una sacudida demasiado violenta de su «cosmovisión»; sería como si se la arrancaran a él mismo.
ü  La amenaza de la madre, “ si hace esto (tocar a su pene), va a llamar al Doctor...” representaba la pérdida del hace-pipí,
ü  El pequeño procura ver el hace-pipí de otras personas, desarrolla una curiosidad sexual, y gusta de mostrar el propio.
ü  Uno de sus sueños del primer período de la represión tiene por contenido el deseo de que una de sus amiguitas lo asista para hacer pipí, vale decir, partícipe de esa visión.
ü  El yo sigue siendo el criterio con el cual uno mide al mundo; por una comparación permanente con la persona propia se aprende a comprenderlo. Hans ha observado que los animales grandes tienen un hace-pipí tanto más grande que el suyo; por eso conjetura igual proporción también respecto de sus progenitores, y le gustaría convencerse de que así es. La mamá, opina él, tiene sin duda un hace-pipí «como el de un caballo». Y luego se apresta el consuelo de que el hace-pipí crecerá con él; es como si el deseo del niño de ser grande se volcara sobre el genital.
ü  Por tanto, dentro de la constitución sexual del pequeño Hans, la zona genital es, entre las zonas erógenas, la teñida desde el principio con el placer más intenso. Además de esta, se atestigua en él sólo el placer excrementicio, anudado a los orificios de descarga de la orina y las heces. Si en su última fantasía de dicha, con la cual queda superada su condición de enfermo, tiene unos hijos a quienes lleva al inodoro, los hace hacer pipí y les limpia el trasero (en suma, «hace con ellos todo lo que se hace con los hijos», parece irrefutable suponer que durante su propia crianza estos mismos desempeños fueron para él una fuente de la sensación de placer.
ü  Adquirió pronto los hábitos de limpieza: ni el mojar la cama ni la incontinencia cotidiana desempeñaron papel alguno en sus primeros años;
ü  Destaquemos, desde ahora, que en el curso de su fobia es inequívoca la represión de estos dos componentes del quehacer sexual, bien marcados en Hans. Le da vergüenza orinar delante de otros, se acusa de pasarse el dedo por el hace-pipí, se empeña en resignar también el onanismo, y le produce asco el «Lumpf», el «pipí» y todo cuanto los recuerde. En la fantasía de cuidar a los hijos vuelve a revocar esta última represión.
ü  Una constitución sexual como la de nuestro pequeño Hans no parece contener la predisposición al desarrollo de perversiones o su negativo. En quienes después serán homosexuales hallamos la misma preponderancia infantil de la zona genital, en especial del pene. Más aún: esta elevada estimación por el miembro masculino se convierte en destino para ellos. Escogen a la mujer como objeto sexual en su infancia mientras presuponen en ella la existencia de esta parte del cuerpo que reputan indispensable; cuando se convencen de que la mujer los ha engañado en este punto, ella se les vuelve inaceptable como objeto sexual. Lo que define a los homosexuales no es una particularidad de la vida pulsional, sino de la elección de objeto. Hans es homosexual, como todos los niños pueden serlo, en total armonía con el hecho, que no debe perderse de vista, de que él sólo tiene noticia de una variedad de genital, un genital como el suyo.
ü  El muchacho había hallado, por el camino corriente -a partir de su crianza-, la senda del amor de objeto; y una nueva vivencia de placer se había vuelto determinante para él: dormir al lado de la madre; aquí destacaríamos el placer de tocar la piel.
ü  Hans, es realmente un pequeño Edipo que querría tener a su padre «fuera», eliminado, para poder estar solo con la bella madre, dormir con ella.
·        Este deseo nació en aquella residencia veraniega, cuando las alternancias de ausencia y presencia del padre le señalaron la condición a la que se ligaba la ansiada intimidad con la madre.
·        Se contentó con la versión de que ojalá el padre «partiera de viaje»,
·        Vueltos a Viena, donde ya no se podía contar con la partida de viaje del padre, se elevó hasta el contenido de que ojalá el padre estuviera fuera de manera permanente, estuviera «muerto».
ü  Hans ama a ese mismo padre por quien alimenta deseos de muerte; y al par que su inteligencia objeta esta contradicción, no puede evitar el dar testimonio de su existencia pegándole al padre y besando enseguida el lugar donde le pegó.
ü  Para el desarrollo psicosexual de nuestro joven revistió la máxima significación el nacimiento de una hermanita cuando él tenía 3½ años de edad. Este suceso exacerbó sus vínculos con los padres,
ü  Pocos días después, del nacimiento de su hermana, en medio de un estado febril, deja traslucir cuán poco de acuerdo está con ese aumento de su familia. La angustia de que venga un hijo más tiene desde entonces un sitio en su pensar conciente. En la neurosis, la hostilidad ya sofocada es subrogada por una angustia particular: la angustia a la bañera; en el análisis expresa sin disfraz su deseo de muerte contra la hermana
ü  En su fantasía triunfante del final, extrae la suma de todas sus mociones eróticas de deseo, las que provienen de la fase autoerótica y las entramadas con el amor de objeto. Está casado con su bella madre y tiene innumerables hijos a quienes puede cuidar a su manera.

HISTORIAL DE LA ENFERMEDAD:
ü  Un día, por la calle, Hans enferma de angustia: aún no puede decir de qué tiene miedo, pero al comienzo de su estado de angustia deja traslucir al padre el motivo de su condición de enfermo, la ganancia de la enfermedad. Quiere permanecer junto a la madre, hacerse cumplidos con ella; acaso, como opina el padre, contribuya a esta añoranza el recuerdo de haber estado separado de ella cuando vino la niña.
ü  Pronto se revela que esta angustia ya no puede retraducirse en añoranza: también tiene miedo cuando la madre va con él.
ü  Exterioriza el miedo, totalmente especializado, de que un caballo blanco lo morderá.
ü  Llamamos «fobia» a un estado patológico como este, y podríamos incluir el caso de nuestro pequeño en la agorafobia si esta última afección no se singularizara.
ü  La fobia de Hans no obedece a tal condición, pronto prescinde del espacio y toma, cada vez con mayor claridad, al caballo como objeto; en los primeros días exterioriza, en el apogeo del estado de angustia, el temor: «El caballo entrará en la pieza», que tanto me facilitó entender su angustia.
ü  El estallido del estado de angustia no fue tan repentino como parecía a primera vista. Días antes el niño había despertado de un sueño de angustia cuyo contenido era que la mamá había partido y ahora no tenía ninguna mamá para hacer cumplidos. Ya este sueño apunta a un proceso represivo de seria intensidad.
ü  El niño ha soñado sobre ternuras con su madre, sobre dormir con ella; todo placer se ha mudado en angustia y todo contenido de representación se ha mudado en su contrario. La represión ha obtenido la victoria sobre el mecanismo del sueño.
ü  Desde esta época, más o menos, tendríamos derecho a suponer la existencia en Hans de una excitación sexual acrecentada, cuyo objeto es la madre, cuya intensidad se exterioriza en dos intentos de seducir a esta -el último fue muy poco anterior al estallido de la angustia-, y que, junto a ello, se aligera cada anochecer en una satisfacción masturbatoria.  La exitacion por la madre le genera masturbacion y angustia
ü  El hecho es el vuelco de la excitación sexual en angustia. «Un caballo me morderá».
ü  Ahora bien, aquí sobreviene la primera injerencia de la terapia. Los padres señalan que la angustia sería consecuencia de la masturbación, y lo orientan para deshabituarlo de ella.
ü  El estado permanece inmutable. Poco después, Hans halla que el miedo a que lo muerda un caballo deriva de la reminiscencia de una impresión de Gmunden. Un padre advirtió entonces a su hija, que partía de viaje: «No le pases el dedo al caballo; de lo contrario te morderá».
ü  El texto con que Hans viste la advertencia del padre recuerda a la versión textual de la advertencia contra el onanismo (no pasar el dedo). Así, al comienzo parece que los padres tienen razón cuando dicen que Hans se aterra de su satisfacción onanista.
ü  Yo había exteriorizado la conjetura de que su deseo reprimido podría rezar ahora: «Yo quiero a toda costa ver el hace-pipí de la madre». Como su comportamiento hacia una doméstica recién contratada está en armonía con ello.
ü  Aquí, el padre le imparte el primer esclarecimiento: las señoras no tienen ningún hace-pipí. El reacciona a este primer auxilio comunicando una fantasía: ha visto cómo la mamá le enseñaba su hace-pipí.
ü  Pero nosotros no aspiramos al éxito terapéutico en primer lugar; queremos poner al enfermo en condiciones de asir concientemente sus mociones inconcientes de deseo.
ü  Ahora, tras haber dominado parcialmente el complejo de castración, es capaz de comunicar sus deseos hacia su madre, y lo hace, en forma todavía desfigurada, por medio de la fantasía de las dos jirafas, una de las cuales grita infructuosamente porque él toma posesión de la otra. Figura esa toma de posesión con la imagen de sentarse encima.
ü  El padre y la madre son las dos jirafas. La vestidura en la fantasía de las jirafas está suficientemente determinada por la visita a estos grandes animales en Schonbrunn
ü  Padre y madre, son presentados como jirafas, lo cual proporciona un indicio, no aprovechado por el momento, para la interpretación de los caballos de la angustia.
ü  Dos fantasías menores, presentadas por Hans inmediatamente después de la invención de las jirafas:
1.      en el zoológico se mete en un recinto prohibidoe
2.      hace añicos una ventanilla en el ferrocarril metropolitano
ü  En ambas se destaca lo punible de la acción y el padre aparece como cómplice, podemos decir que son fantasías simbólicas de coito, «Me gustaría hacer algo con la mamá, algo prohibido, no sé qué, pero sé que tú lo haces».
ü  Hans sentía angustia ante el padre a causa de sus deseos celosos y hostiles contra este. Con ello le había interpretado parcialmente la angustia frente a los caballos; el padre debía de ser el caballo a quien, con buen fundamento interior, le tenía miedo.
ü  Hans tiene angustia. No sólo ante caballos que lo muerdan -de esto pronto no se hablará más-, sino ante carruajes, carros mudanceros y diligencias, cuyo rasgo común, según se averiguó enseguida, era su carga pesada-, además, ante caballos que se ponen en movimiento, caballos de aspecto grande y pesado, caballos que viajan rápido, o caballos que se tumben.
La vivencia, que puede ser considerada como el ocasionamiento que antecede al estallido de la enfermedad sucedió cuando: Iba de paseo con la mamá y vio a un caballo de diligencia tumbarse y patalear. Esto le causó una gran impresión. Se aterrorizó mucho, creyó que el caballo estaba muerto; a partir de entonces, todos los caballos se tumbarían. El padre le señala que a raíz del caballo caído no pudo menos que pensar en él, en el padre, y desear que se cayese y quedase muerto
Resumamos: tras la angustia primero exteriorizada, la de que el caballo lo morderá, se ha descubierto en un plano más hondo la angustia de que los caballos se tumbarán, y ambos, el caballo que muerde y el que se cae, son el padre que habrá de castigarlo por alimentar él tan malos deseos contra este.

Sin embargo, para nosotros quizá sea interesante destacar cómo la mudanza de libido en angustia se ha proyectado sobre el objeto principal de la fobia, el caballo. Los caballos eran para él los animales grandes más interesantes, y el juego al caballo, el preferido con sus compañeritos. La conjetura de que el padre le hubiera servido primero de caballo es corroborada mediante una inquisición al padre, y así, a raíz del accidente en Gmunden, fue posible que la persona del padre sustituyera a la de Fritzl.

Nueva fantasia de Hans sobre la procreacion:
La bañera grande, en cuyo interior Hans está sentado en el agua, es el seno materno; el «taladro», que ya el padre reconoce como un gran pene, debe su mención al ser parido. Se podia interpretar como: «Con tu gran pene me has "taladrado" {"gebohrt"} (hecho nacer {zur Geburt gebracht}) y metido dentro del seno materno». Pero la fantasía escapa a la interpretación y sólo sirve a Hans como anudamiento para proseguir sus comunicaciones.
Relacion de Hanna con el Lumpf:
Hans admite el deseo de que la madre deje caer a la pequeña en el baño, para que se muera; su propia angustia al baño era una angustia a la retribución por este mal deseo, al castigo que le aparejaría. Abandona ahora el tema del Lumpf, y pasa inmediatamente al de la hermanita. Esta secuencia significa: que la pequeña Hanna es un Lumpf, todos los niños son Lumpf y son paridos como Lumpf. Ahora comprendemos que todos los carros mudanceros, diligencias y carros de carga sean sólo carruajes de cesta de cigüeña, que le interesen sólo como subrogaciones simbólicas de la gravidez, y que en el tumbarse los caballos pesados, o con pesada carga, no pueda ver sino ... un alumbramiento. Por tanto, el caballo que cae no era sólo el padre que muere; también, la madre en el parto.

“Dos Fantasias Conclusivas de Hans”:
·        Una, la del instalador que le coloca un hace-pipí nuevo y más grande, es una fantasía de deseo triunfante y contiene la superación de la angustia de castración.
·        La segunda fantasía, que confiesa el deseo de estar casado con la madre y tener con ella muchos hijos, que por lo dicho anteriormente desarrollo la angustia a la vista del caballo que caía.

La llegada de Hanna:
Le aparejó muchas cosas que desde entonces no lo dejaron tranquilo.
En primer lugar, privación, separación temporaria de la madre, y disminución de sus cuidados y atencion.
En segundo lugar, reanimación de sus vivencias placenteras en la crianza, provocada por lo que veía hacer a su madre con la hermanita.
De ambos empezó a sufrir una falta de satisfacción. Su excitabilidad erótica acrecentada se exteriorizó en fantasías que conjuraban a sus compañeritos del verano, y en satisfacciones. autoeróticas por estimulación masturbatoria del genital.
En tercer lugar, se le planteó el gran enigma: de dónde vienen los hijos? Hans rechaza  creer que la cigüeña trajo a Hanna. Había observado, meses antes del nacimiento de ella, que la madre tenía un gran vientre; luego se metió en cama, gimió durante el nacimiento y se levantó delgada. Infirió, que Hanna había estado en el vientre de la madre y después salió como un «Lumpf».
Pero ahí había otra cosa, El padre tenía algo que ver con el nacimiento de Hanna, pues aseveraba que Hanna y  Hans, eran sus hijos. Pero no era él quien los había traído al mundo, sino la mamá. Ese padre le estorbaba estar junto a la madre. El hecho de que se viera forzado a odiar como competidor al padre que había amado seguía amando, su primer compañero de juegos y cuidador desde los años tempranos, dio por resultado el primer conflicto de sentimientos. 

La neurosis se anudó directamente a esta vivencia accidental, ver tumbarse en la calle al caballo de diligencia. y conservó su huella en la entronización del caballo como objeto de angustia.
A esa vivencia, le corresponde la significación del caballo como asunto de predilección, y a la vivencia de Gmunden, el factor de trauma,(cuando Fritzl se tumbó en el juego al caballo y se lastimo la pierna y le sangro´). Desde ahí quedaba expedito el camino para el retorno de lo reprimido, y se lo recorrió de tal manera que el material patógeno apareció refundido (trasladado) sobre el complejo del caballo, y los afectos concomitantes aparecieron uniformemente mudados en angustia.

El primer texto de la angustia exteriorizado por Hans fue: «El caballo me morderá»; proviene de otra escena de Gmunden, que por una parte remite a deseos hostiles contra el padre y, por la otra, recuerda a la amonestación contra el onanismo, que la madre le amenazo.

Las únicas consecuencias del análisis son, que Hans ha sanado, ya no teme a los caballos, y mantiene un trato más familiar con su padre, como este lo comunica complacido. El análisis no deshace el resultado de la represión (las pulsiones qué fueron sofocadas siguen siendo sofocadas); pero alcanza ese resultado por otro camino: sustituye el proceso de la represión por el «dominio» dirigido a una meta, con auxilio de las instancias anímicas superiores
En una palabra: sustituye la represión por el juicio adverso.
Apéndice al análisis del pequeño Hans. (1922)
En la primavera de 1922- se me presentó un joven declarando ser el «pequeño Hans», acerca de cuya neurosis de infancia yo había informado en 1909. El pequeño Hans lucía su brillante juventud de 19 años. Aseveró hallarse totalmente bien y no padecer de males ni inhibiciones. No sólo había pasado sin daño la pubertad, sino que había superado una de las más difíciles pruebas para su vida afectiva. Sus padres se habían divorciado, y cada uno de ellos concertó un nuevo matrimonio. En consecuencia, él vivía solo, pero se mantenía en buenos términos con ambos progenitores, lamentando únicamente que la disolución de la familia lo hubiera separado de su querida hermanita.
Cuando leyó su historial clínico, no pudo acordarse de nada. Así, el análisis no había preservado de la amnesia el episodio, sino que él mismo había caído bajo ella.

Comentarios

  1. Y q mecanismos de defensa tubo juanito

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    1. la represion y que, por ende, la libido se trasmude en angustia, y como proteccion ante la angustia se forme una fobia, como sintoma. Ya que la fobia es una forma de escapatoria, o respuesta ante un peligro externo. Y la angustia se desarrolla ante un peligro interno, y de ese peligro int no se puede escapar, por eso se produce la fobia, ante un objeto fobigeno.

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  2. critica (aportes y debilidades) la forma en que Freud trata al pequeño Hans, describiendo los elementos del psicoanálisis que se pueden reconocer en el caso.

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