LA TRANSICIÓN ADOLESCENTE Peter Blos
LA TRANSICIÓN ADOLESCENTE
Peter Blos
1) REALIDAD Y FICCIÓN DE LA BRECHA
GENERACIONAL
Blos plantea que es necesario
distinguir entre brecha generacional y conflicto generacional
CONFLICTO GENERACIONAL:
Tarea normativa de la
adolescencia.
Sin este conflicto no habría
reestructuración psíquica adolescente
Supone un segundo momento de
individuación
Es esencial para el crecimiento
del self y de la civilización
Este conflicto es tan antiguo como las generaciones
mismas, porque la madurez física y emocional del niño determinan su dependencia
de la familia y consecuentemente establece los modelos esenciales de relaciones
de objetos.
Las instituciones psíquicas (yo-
syo- ideal del yo) se originan en la interiorización de las relaciones de
objetos. Cuando se instaura la
individuación adolescente, los conflictos suscitados por las adaptaciones
regresivas (que lo impulsan a lo infantil) y progresivas (que lo conducen al
desarrollo) enfrentan al niño en proceso de maduración sexual con desafíos y
alternativas abrumadoras. Allí radica
el CONFLICTO
ENTRE GENERACIONES, el cual es
generado por una desvinculación emocional respecto de lo antiguo y un
acercamiento a lo nuevo que solo puede alcanzarse a través de la gradual
elaboración de una solución transaccional o transformación: la estructura psíquica no se modifica, pero
en cambio se alteran radicalmente las interacciones entre las instituciones
psíquicas. El syo sigue existiendo y
funcionando pero la influencia crítica del yo y su creciente autonomía alteran
el absolutismo superyoico y modifican su cualidad, así como su influjo en la
personalidad.
Estos logros del desarrollo
estabilizan la autoestima en consonancia con la condición física del individuo,
su capacidad cognitiva y un sistema de valores que trasciende la ética familiar
buscando una base más amplia para su concreción en la sociedad y en la
humanidad.
Solo a través del conflicto puede alcanzarse la madurez
Este conflicto aparece con un
correlato en lo afectivo: angustia y
depresión
La tolerancia a estos estados dolorosos no se adquiere en
la adolescencia sino en el período de latencia en donde las perturbaciones
adolescentes quedan olvidadas.
BRECHA GENERACIONAL:
Blos afirma que en lo subjetivo
se utiliza la brecha generacional como mecanismo de distanciamiento, a través
del cual los conflictos internos y el desapego emocional son reemplazados por
separaciones espaciales e
ideológicas. El resultado es una
detención en el nivel adolescente a causa de la evitación del conflicto; se
pierde así la maduración que da lugar a la resolución del conflicto.
Cuando se establece la brecha
generacional como mecanismo prolongado de distanciamiento, en términos de un
desapego total del individuo respecto de
su contexto original, el conflicto generacional resulta débil, carente de
estructura y de elaboración.
En cambio, si se afirma este
conflicto, que actúa con miras a la individuación y a la diferenciación, la
brecha generacional, en cuanto estilo de vida, no encuentra terreno fértil en
el cual crecer y sostenerse, resultando así transitoria y tendiente a la
autoeliminación.
2) REFEXIONES SOBRE LA JUVENTUD MODERNA La agresión reconsiderada
El alarmante aumento de la
agresión adolescente en todos los sectores de la vida, obligó a Blos a reconsiderar aspectos de la
teoría psicoanalítica para poder comprender esta clase de conducta adolescente.
Enlaza la agresión adolescente
con los destinos de la pulsión agresiva, la cual aparece con toda su intensidad
en la adolescencia bajo múltiples y cambiantes formas que van :
-De la mentalización a la
acción, y
-Del sueño y la fantasía al
asesinato y suicidio
La pulsión agresiva persigue sus
propias metas independientes como resultado de una mezcla insuficiente entre
libido y agresión. En los puntos
extremos se sitúa la agresión, apoyada por toda suerte de ideologías y
razones. La agresión se vuelve contra
uno mismo, contra el objeto o contra el ambiente humano, indicando un
desequilibrio o desmezcla fatal entre las dos pulsiones básicas.
Afirma que en la pubertad (o sea,
en la maduración sexual) se intensifican de igual manera las pulsiones
agresivas y libidinales
La pulsión agresiva, en su forma
primaria, es cualitativamente diferente de la agresión empleada con fines
defensivos. Para asumir una función
defensiva la pulsión agresiva primero debe ser modificada y adaptada a los
intereses del yo.
La agresión es un medio que
permite al individuo injerirse en el ambiente a fin de moldearlo de modo de
salvaguardar apropiadamente su integridad psíquica, su autoestima y su
integración social
Con su conducta inadaptada el
adolescente nos está manifestando el desorden de las funciones sociedades. El adolescente expresa este estado de cosas,
auque es incapaz de dar expresión a la verdadera naturaleza de sus causas o a
las medidas necesarias para la regeneración de la sociedad
El avance a la genitalidad saca a
la luz los antecedentes pulsionales de la niñez y sus relaciones objetales
predominantes. Entre las relaciones
objetales infantiles reactivadas por la maduración sexual, durante mucho tiempo
cumplió un papel importante el vínculo edípico positivo; solo más tarde y en
forma gradual, hallaron un lugar de singular importancia en la teoría de la
adolescencia el compl.. de edipo negativo y las relaciones objetales preedípicas.
El desarrollo adolescente
progresivo procede siempre por vías regresivas, es decir, la genitalidad sólo
se alcanza por el rodeo de un nexo de investiduras con posturas pulsionales
pregenitales, incluyendo sus respectivas relaciones de objeto preedípicas y
edípicas. En esta regresión forzosa, sin
la cual es imposible alcanzar la madurez emocional, radica el mayor peligro de
la integridad de la organización psíquica:
la intensificación de la pulsión sexual (pregenital y genital), la cual
en la pubertad no representa por sí misma la fuente exclusiva de los peligros
psíquicos conocidos como angustia edípica y culpa sexual.
La singularidad del desarrollo
adolescente se destaca en que ese desarrollo progresivo depende de y está
determinado por la regresión, su
tolerancia y su empleo en pro de la reestructuración psíquica.
Normalmente el avance hacia la
genitalidad es acorde con el yo, y cuenta con el apoyo social de los pares y la
sanción del modelo parental respecto de la unión sexual y la paternidad o
maternidad. En este camino, los
obstáculos están dados por las fijaciones pulsionales y la angustia superyoica.
La regresión constituye una
fuente de conflictos, angustia y culpa.
Esta regresión a la pregenitalidad y a sus respectivas relaciones de
objeto posee un carácter desacorde con el yo, tiende a disminuir la autoestima,
a no ser que alcance el estado de megalomanía infantil
La regresión es ilimitada e
interminable, en tanto que el proceso solo es asegurado por la creciente
delimitación del self. En su derrotero
final, la regresión da paso a la megalomanía y al narcisismo primario, mientras
que el progreso desemboca en una afirmación del principio de realidad y en la
aceptación de la muerte.
La regresión hace operar al yo
evolucionado, dotado de las capacidades propias del período posterior a la
latencia, sobre los conflictos, la angustia y la culpa infantiles que el débil
y limitado yo de años anteriores era incapaz de resolver, neutralizar o
despojar de su carácter nocivo. Esas
tareas han pasado a ser el mandato del yo adolescente. Un yo capaz de hacer frente a esas tareas
tiene las propiedades de lo que puede denominarse “yo adolescente”.
La regresión adolescente apunta a
resolver las dependencias infantiles porque estas son inconciliables con las
relaciones objetales adultas y la autonomía del yo. Sumamente característico de las relaciones
objetales infantiles es su ambivalencia que afirma la dependencia del objeto
tanto en términos de agresión como de libido.
El temor a la pérdida de amor y la angustia de castración provocan una
tenue mezcla de ambas. Bajo la
influencia de la regresión adolescente,
esta fusión se anula parcialmente, y la ambivalencia primaria ( que
incluye el amor incondicional y el odio irreconciliable), invade las relaciones
del adolescente con los objetos, los símbolos, las representaciones y el self.
Los estudios sobre la niñez han
permitido averiguar que la mezcla de pulsiones en relación con un mismo objeto
puede ser eludida dividiendo al objeto, o escogiendo un objeto parcial para
amar y otro para odiar, uno para poseerlo y otro para destruirlo. Esta solución arcaica del conflicto de
ambivalencia durante la adolescencia tiene el efecto de primitivizar las
relaciones objetales
La regresión, tal como la concibe
Blos, no es de índole defensiva sino que cumple una función adaptativa. Un yo adolescente será capaz de cumplir la
tarea regresiva si puede tolerar la angustia resultante de la regresión pulsional y del yo. Y esto solo es posible si permanece lo
suficientemente ligado a la realidad como para impedir que la regresión alcance
la etapa de indiferenciación. Si no está
preparado para dicha tarea, por fuerza evitará la resolución regresiva de los
conflictos infantiles, y no podrá consumar el desapego emocional de los lazos
familiares y de las fantasías y símbolos infantiles. Si al adolescente le es imposible conciliar e
integrar las necesidades y deseos del período infantil, tenderá a reafirmar su
libertad de las dependencias de la niñez por medio de la acción y la
imitación. Ya que no puede entablar
contacto regresivamente con su mundo infantil, desplaza el drama interior al
exterior. La consecuente desmezcla de
pulsiones aumenta la intensidad de la acción y de la emoción, la resolución del
conflicto queda como tarea externa, sólo consumable mediante cambios exteriores
logrados por medio de un obrar enérgico.
Esta lucha con el ambiente demora
o impide la restauración de la mezcla de pulsiones, y perjudica la concertación de una alianza entre las
pulsiones libidinales y agresivas (condición previa para el logro de la
genitalidad).
En el plano superyoico, las
posturas libidinales irresueltas o inconciliables (infantiles y puberales,
dependientes y autónomas) se presentan bajo la apariencia de elementos
absolutos y opuestos: el bien contra el mal, lo nuevo contra lo viejo, lo
hermoso contra lo feo, etc.
Es la función social de la
adolescencia abrazar una ideología y trasformarla en las manifestaciones
sociales y caracterológicas del hombre moral.
Cuando el adolescente trata de eludir la regresión lo seducen fácilmente
las causas o grupos sociales que definen para él lo bueno y lo malo, y él hace
suyos los agravios cometidos por esta gente.
Si uno comete actos de agresión y violencia pero es miembro de un grupo
que aprueba la acción, ello tiende a neutralizar su culpa individual. El aprovechamiento social de la agresión
neutraliza la culpa individual
5) LA IMAGO
PARENTAL ESCINDIDA EN LAS RELACIONES SOCIALES DEL ADOLESCENTE
Es común observar que los
adolescentes tienen tendencia a ver el mundo y a las personas en términos de
“blanco o negro”
El adolescente se percata que
esta división tajante en opuestos es bastante irreal y no puede ser
sostenida. Con esta disposición anímica,
atribuye a los objetos cualidades en una forma primitiva (lo bueno y lo malo)
Originariamente en la mente del
niño la madre “buena” y la madre “mala” no son un objeto idéntico; cada una de
ellas es diversa y separada de la otra.
Sólo con la formación del objeto y la constancia del self se vuelve
factible la síntesis de los objetos parciales, y puede emerger el objeto
total. Sin embargo, a lo largo de la
vida nunca se extingue del todo la posibilidad de que, en situaciones de
stress, este proceso se revierta.
La elevada posición de la madre
es mantenida primero mediante la escisión y luego mediante la
idealización. Las distorsiones de la
realidad inherentes a ambas reaparecen en la adolescencia, con una idealización
transitoria del self y el objeto
Dentro de la cosmovisión
antitética de la adolescencia, el orden más alto de absolutos y de opuestos
está dado en la polaridad de masculino y femenino, activo y pasivo, interior y
exterior.
Anna Freud ha hecho referencia al
“ adolescente intransigente”, en cambio Blos ha empleado la expresión “totalismo
adolescente”. Estas expresiones aluden a
un proceso defensivo, del mismo modo que la conducta opositora y el
retraimiento, que son características normales de las relaciones de objeto
durante el segundo proceso de individuación de la adolescencia.
Concepto de medio autoplástico
Cuando el proceso adolescente
revive la etapa temprana del imago parental escindida, con su característica
tendencia ambivalente, todas las pasiones y angustias edípicas buscan
expresión en el ambiente social. Así, cualquier cosa que haga el adolescente,
lo hará en forma extrema, en forma episódica, sin solución de continuidad. Blos ha llegado a considerar el acting out
como una variedad de comportamiento adolescente específica de la fase. Este fenómeno puede deberse al hecho que el
adolescente ha revivido en forma regresiva la etapa de la motilidad expresiva
que corresponde a las fases pre verbales y a las primeras fases verbales de la
vida.
Los adolescentes exteriorizan
dentro del grupo de pares los restos de la tendencia ambivalente pre verbal
infantil. Emplean un medio social creado
por ellos mismos a fin de moderar y sintetizar las imagos parentales
escindidas, que a menudo están apenas integradas, tratando con ello de separar
su sentimiento de división interior, de desarmonía e incertidumbre. Las relaciones sociales dentro del grupo de
pares adolescente tienen un sello peculiar, que Blos designa con la expresión “
medio autoplástico”. Con esto se refiere
a la capacidad del adolescente para gestar y promover un medio social con el
único propósito de integrar y armonizar los residuos de las dicotomías por
escisión de objeto. Al revivir
sustitutivamente los imagos escindidas en el medio autoplástico, el adolescente
instituye de manera autónoma, un sistema social transaccional con la finalidad
de modificarse a sí mismo pero no a su ambiente. Así el adolescente establece
cuasi-relaciones en el medio autoplástico con sus pares, las cuales no son
auténticas. Las relaciones de este tipo
se desvanecen sin que se sienta su pérdida ni sobreviva un claro recuerdo de
ellas
En el ambiente autoplástico se
reviven los imagos parentales despreciados e idealizados frente a sus “dobles”
respectivos, creados en el ambiente de los pares, con miras a su unificación.
8) EL SEGUNDO PROCESO DE LA INDIVIDUACIÓN DE LA
ADOLESCENCIA
Si el primer proceso de
individuación es el que se consuma hacia el tercer año de vida con el logro de
al constancia del self y del objeto, Blos propone que se considere la
adolescencia en su conjunto como segundo proceso de individuación. Ambos períodos comparten la mayor
vulnerabilidad de la organización de la personalidad. Cualquiera de ellos que se malogre da lugar a
una anomalía del desarrollo (psicopatología).
Lo que en la infancia significa salir del cascarón de la membrana
simbiótica para convertirse en un ser individual que camina por sí solo, en la
adolescencia implica desprenderse de los lazos de dependencia familiares para
pasar a integrar la sociedad o el mundo de los adultos. En términos metapsicológicos: hasta el fin de
la adolescencia las representaciones del self y del objeto no adquieren
estabilidad y límites firmes, o sea no se tornan resistentes a los
desplazamientos de las investiduras. El superyó
edípico pierde en este proceso algo de su rigidez y de su poder, en tanto que
la institución narcisística del ideal del yo cobra mayor influencia. Estos cambios estructurales hacen que la
constancia de autoestima sea cada vez más independiente de las fuentes
exteriores.
La desvinculación respecto de los
objetos (de amor y de odio) interiorizados abre camino en la adolescencia al
hallazgo de objetos de amor y de odio ajenos a la familia.
La individuación implica que la
persona en crecimiento asuma cada vez más responsabilidades por lo que es y por
lo que hace, en lugar de depositarla en los hombros de aquellos bajo cuya
influencia y tutela ha crecido.
Afirma que la adolescencia es el
único período de la vida humana en que la regresión yoica y pulsional
constituye un componente obligatorio del desarrollo normal. La regresión normativa adolescente opera el
servicio del desarrollo.
Conceptualiza como “individuación adolescente” el proceso
de cambio estructural y su logro, subrayando el prominente papel de la
desinvestidura de representaciones objetales infantiles en la reestructuración
psíquica de la adolescencia.
La regresión adolescente no
cumple una función defensiva sino que es parte inherente del desarrollo
puberal. Esta regresión provoca con suma
frecuencia angustia. Si esta angustia se torna ingobernable, se movilizan
secundariamente, medidas defensivas. La regresión adolescente no es en sí misma
una defensa, pero constituye un proceso psíquico esencial, que pese a la
angustia que engendra, debe seguir su curso.
En la reestructuración psíquica
adolescente no sólo observamos una regresión pulsional sino también una
regresión yoica. Esta última connota la
revivenciación de estados yoicos abandonados total o parcialmente. La regresión yoica siempre se evidencia en el
proceso adolescente, pero únicamente opera en contra de la segunda
individuación cuando actúa de manera puramente defensiva. El desarrollo progresivo se estanca solo
cuando la regresión pulsional y yoica alcanza la inmovilidad de una fijación
adolescente.
Los estados yoicos adolescentes
de naturaleza regresiva pueden reconocerse en un retorno al “lenguaje de la
acción” y en un retorno al “lenguaje corporal”, a la somatización de los
afectos, conflictos y pulsiones. Este
último fenómeno es el responsable de las numerosas afecciones y dolencias
típicas de la adolescencia (anorexia, bulimia).
17) CUANDO Y COMO SE TERMINA LA ADOLESCENCIA?
La adolescencia parece una etapa
de crecimiento que uno simplemente debe pasar.
Una opinión ampliamente difundida afirma que aquella puede extenderse
indefinidamente, en cuyo caso se habla de un “eterno adolescente” .
Estamos mejor informados acerca
del comienzo de la adolescencia que sobre su culminación. Pues la iniciación coincide con hitos
somáticos mensurables, tales como los caracteres sexuales primarios y
secundarios, así como las curvas de crecimiento y los datos psicológicos
confiables.
Existen criterios fenomenológicos
para definir el fin de la adolescencia. Blos llama la atención sobre la
disminución gradual de los cambios de
humor típicos de la adolescencia. Las
emociones ahora se ocultan de modo selectivo y discriminativo del mundo público
y se privilegia la comunicación entre amigos y amantes. Esta capacidad para compartir ciertos
aspectos del self ya sea con el sector público o con el privado de la vida sin
sentirse dividido o desgarrado constituye un signo de que la adolescencia está
pasando o ha pasado. El intento de
entenderse a sí mismo hace que la necesidad de ser entendido siempre sea menos
urgente, menos incontrolable y exaltada.
Esta nueva característica de la fase de consolidación, denominada adolescencia tardía, puede describirse
también diciendo que la posibilidad de predecir la conducta y la motivación se
vuelve con el tiempo más regular y exacta.
La formación del carácter alcanza
una condición de definitiva estabilidad hacia el final de la adolescencia,
cuando la autonomía yoica, en alianza con el ideal del yo, desafía parcialmente
pero con eficacia el predominio del superyó.
Esta instancia psíquica que imperaba sin rival alguno durante la niñez y
que daba pie a una lucha interminable entre la rebeldía y la sumisión,
acompañada por sentimientos de omnipotencia, de culpa o de vergüenza, sufre
durante la adolescencia una revisión crítica dentro del sistema motivacional.
En consonancia con la consolidación de la personalidad adolescente tardía, la
aparición de un plan de vida, de un estilo de vida, de un esfuerzo orientado
hacia una meta posible de alcanzar, se vuelve factible y hasta obligatorio.
A estos signos fenomenológicos de la conclusión de la
adolescencia puede agregarse el cambio gradual en la naturaleza de las
relaciones, personales o comunitarias, hacia determinados compromisos
discriminatorios y defensivos dentro de las esferas privada y pública de las
necesidades y aspiraciones individuales.
Blos señala 4 tareas evolutivas que conducen al adolescente hacia la adultez:
1)
El segundo proceso de individuación
Adoptando la terminología de
Mahler en su investigación sobre la niñez temprana, Blos ha postulado un
segundo proceso de individuación en la adolescencia.
La individuación infantil se produce en relación con la persona que
tiene al niño a su cuidado, la madre. En
la fase de separación-individuación, la existencia de la madre como objeto
independiente surge mediante el proceso de interiorización. Los padres interiorizados no son cuestionados
hasta la pubertad. Durante la
adolescencia, estas viejas y familiares dependencias, así como los objetos
infantiles de amor y de odio, vuelven a ocupar un lugar en la vida emocional.
La desvinculación objetal mediante la individuación en el adolescente no ocurre
en relación con objetos externos, ahora tiene lugar en relación con los objetos
interiorizados de la niñez temprana.
Un desplazamiento característico
de investidura que señala esta liberación puede observarse en la investidura
libidinal del self que da como resultado el transitorio egocentrismo y
autoengrandecimiento del adolescente.
Esta grandiosidad narcisista no deja de suscitar el sentimiento
contrario de nulidad, impotencia y desesperación. Estos conocidos estados afectivos son
semejantes a la manía, la depresión y el duelo.
Es decir, los cambios de humor de la adolescencia son un colorario del
segundo proceso de individuación.
La constelación conflictiva del
segundo proceso de individuación puede observarse de modo más dramático en
ciertas formas de actuación. Incapaz de
resolver el estado intenso de dependencia, el adolescente recurre al mecanismo
de exteriorización con el fin de crear un mundo nuevo y perfecto, que
gratifique sus necesidades, las imperfecciones del viejo tiene que ser
erradicadas por cualquier medio que sirva para ese propósito. Tales operaciones de recate del narcisismo infantil
evitan la desilusión del self y del objeto mediante la proyección de lo malo
sobre las instituciones sociales y los mandatos concretos y simbólicos de la
sociedad.
2)
La continuidad yoica
Segunda tarea o desafío que el
adolescente tardío debe encarar a fin de concluir el proceso adolescente.
Para que el niño sobreviva en el
mundo en que ha nacido, necesita durante muchos años del apoyo, la guía y la
orientación proporcionados por las personas que lo tienen bajo su cuidado. En
este amplio ecosistema psicológico, los padres funcionan como extensiones del
yo del niño; la adolescencia modifica este estado radicalmente. Durante la adolescencia normal, el niño en
crecimiento utiliza su facultad cognitiva y su madurez somática mayores para
obtener independencia emocional, moral y física. Esta es la época en que se forma su propia
opinión sobre su pasado, presente y futuro.
En este momento asistimos al advenimiento del hombre conciente de sí
que, por primera vez, se percata de su vida originaria y al mismo tiempo única
que se extiende entre el nacimiento y la muerte.
Las perturbaciones en la
formación de la continuidad yoica o su patología clínica se reflejan con mayor
claridad en los casos que presentan un tipo especial de distorsión de la
realidad. En estos casos se provocó
deliberadamente una representación defectuosa de la realidad en la mente del
niño. Como resultado el niño aceptó como
real lo que le dijeron que era real.
3)
El trauma residual
La tercera tarea se relaciona con
el concepto de trauma. El trauma
constituye una experiencia dañina inevitable en el período infantil. Cualquiera que haya sido la adaptación a
estos choque nocivos en el crecimiento psicológico queda al final de la
adolescencia un residuo que desafía los recursos adaptativos de la adolescencia
tardía.
El trauma residual es ese aspecto
del trauma que nunca se resuelve y que, de hecho, nunca puede resolverse. Este incentivo persistente empuja al
adolescente tardío hacia un conjunto de compromisos más o menos definitivos de
índole personal así como impersonal.
El trauma residual sirve como un
organizador que promueve la consolidación de la personalidad adulta y explica
su singularidad. La socialización del
trauma residual es anunciada en terapia cuando el joven paciente asume la responsabilidad de su
propia vida, tolerando un mínimo de tensión y dejando de hacer el duelo por sus
fantasías y expectativas infantiles.
4)
La identidad sexual
Cuarto y último desafío: la identidad sexual
definitiva. Este concepto se distingue
de la identidad sexual original que se establece tempranamente en la vida. La actividad sexual no constituye por sí
misma un indicio de una conclusión normal de la adolescencia y no ofrece
ninguna garantía de que se haya logrado la identidad sexual definitiva específica
de cada sexo. La formación de la
identidad sexual depende de la trasmutación del componente de la pulsión sexual
inadecuado al sexo en una nueva estructura psíquica, el ideal del yo. Este es un proceso extraordinariamente
difícil y lento que requiere el abandono de las idealizaciones infantiles del
self y del objeto.
La típica regresión adolescente,
que Blos llamó “regresión al servicio del
desarrollo”, incentiva la dicotomía infantil entre el objeto “todo bueno”y
el objeto “todo malo”. Este estado
refleja un vínculo objetal primitivo, preambivalente. Solo habrá una relación adulta duradera
cuando el estado de ambivalencia madura se estabilice estructuralmente en la
adolescencia tardía.
Estos cuatro desafíos o tareas
representan componentes integrantes de un proceso total. Las cuatro actúan sinérgicamente y al
unísono; sus resoluciones evolutivas son globales, el uno sin el otro jamás
pueden conducir a una conclusión normal de la adolescencia
Es la integración de los cuatro
desafíos lo que nos confirma que la etapa evolutiva de la adolescencia ha
llegado a su conclusión........... chan, chan!!
muy buen resumen!
ResponderEliminarGENIAL!!
ResponderEliminarBuen resumen. Gracias.
ResponderEliminarJajaja me encantó el chan, chan.
ResponderEliminarbuen resumen(:
ResponderEliminarGRacias por el resumen !! Es eterno Blos, mil gracias!
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