MARGARET MAHLER

MARGARET MAHLER

El término simbiosis se tomó prestado de la biología, en donde se emplea para referirse a la cercana asociación funcional de dos organismos para su ventaja mutua.

Mahler establece que la maduración es determinante del crecimiento mental, detalla como evoluciona el niño en su maduración neurofisiológica, observando los cambios que se producen en la conducta psicomotriz y en su interacción con la madre, a partir de estos describe los procesos que organizan la personalidad.


Durante la fase simbiótica el infante es absolutamente dependiente del socio simbiótico, la simbiosis tiene un significado bastante diferente para el socio adulto de la unidad dual. La necesidad de la madre por parte del infante es absoluta mientras que la de la madre es relativa (Benedek 1859). Sin embargo la conducta con la que la madre responde a las necesidades del bebé, tanto para adquirir autonomía como para mantener su dependencia de ella, es determinante para la constitución psíquica del niño.

El término simbiosis en este contexto es una metáfora, no describe, lo que realidad sucede entre dos individuos separados, fue elegido para describir este estado de indiferenciación, de fusión con la madre en que el yo aún no es diferenciado del no-yo y en que lo interno y lo externo sólo empiezan a sentirse gradualmente como diferentes.

Es dentro de esta matriz de dependencia fisiológica y sociobiológica con la madre que toma lugar la diferenciación estructural que lleva a la organización del individuo para la adaptación: el yo.
Para esta autora el nacimiento psicológico del individuo no ocurre al mismo tiempo que el biológico; cree que los primeros meses del niño son una prolongación del estado intrauterino, se requiere del vínculo con la madre como la única posibilidad para la sobrevivencia biológica y psicológica.


Margaret Mahler usa el concepto de simbiosis en dos sentidos:
• Es una relación real entre el niño y su madre, con conductas específicas de ambos. Surge como una necesidad biológica de supervivencia del bebé, dado su estado de inmadurez.
• Es un hecho intrapsíquico, una fantasía de bebe de no-diferenciación, entre el self y objeto, como resultado de una ilusión omnipotente de un límite simbiótico entre ambos participantes.


Margaret Mahler (1972) propone la teoría del desarrollo emocional del ser humano basada en cuatro hipótesis:

1. Todos los niños pasan a lo largo de su desarrollo por una etapa de separación e individuación.
2. La conciencia de separación que se logra en esta fase del desarrollo se acompaña de una ansiedad específica, la ansiedad de separación.
3. La separación-individuación normal es el primer prerrequisito crucial para el desarrollo y el mantenimiento del “sentimiento de identidad”.
4. En la observación de niños psicóticos, se establece que el vínculo establecido con la madre no permite desarrollar en el infante un sentimiento estable de separación del mundo de la realidad y de relación con sí mismo.



Mahler (1977), a partir de sus investigaciones describe tres fases del desarrollo psicológico infantil.

Autismo NormalComienza desde el nacimiento hasta el mes 1, el niño esta sumido en un estado de somnolencia del que emerge sólo al realizar las actividades necesarias para mantener su equilibrio fisiológico, su energía libidinal es dirigida hacia su interior, similar a la vida intrauterina. El infante parece estar en un estado de desorientación alucinatoria primitiva en la cual la satisfacción de la necesidad pertenece a su propia orbita omnipotente, autista. Esta etapa Mahler la denomina como narcisismo primario absoluto, que esta marcado por la falta de conciencia del infante de un agente maternal.

El niño es incapaz de distinguir si la satisfacción de sus necesidades proviene de las actividades que el mismo realiza o si son el resultado de cuidados proporcionados por su madre.

Esta fase es para Mahler considerada como anobjetal: en la medida que no hay capacidad para percibir el objeto externo satisfactor, ya que éste sencillamente no existe. Son dos elementos los que le permiten al infante evolucionar hacia la siguiente etapa, el primero se refiere a una dotación genética, una condición innata en el ser humano que lo impulsa hacia el vínculo con el medio ambiente y le permite percibir y aceptar los cuidados que la madre le proporciona, esta dotación genética recibe el nombre de ser maternal; y el segundo es una madre que proporcione efectivamente los cuidados para cuya recepción el individuo está genéticamente preparado, a tal proceso se le denomina maternación.

Los cuidados y estímulos proporcionados adecuadamente al infante y con el aprovechamiento del niño con una dotación genética normal, permiten el desplazamiento de su energía libidinal desde dentro del cuerpo hacia su periferia, es decir, su energía pasa poco a poco hacia los órganos de los sentidos y éstos se convierten en importantes vehículos de relación con el mundo.

Simbiosis normalEsta fase se desarrolla del primer al quinto mes aproximadamente, aunque aún prevalece el narcisismo primario este ya no es absoluto, dado que el infante empieza a percibir en forma opaca la satisfacción de la necesidad, como viniendo de un objeto parcial satisfactor de la necesidad, aunque aún dentro de la orbita de la unidad dual simbiótica omnipotente con una agencia maternal, hacia la cual se vuelve libidinalmente.

Como resultado de la maduración neurofisiológica y de la dotación genética, el infante es capaz de romper la coraza que lo mantenía aislado, comienza a sentirse partícipe de una díada, también omnipotente, cuyos integrantes son él y su madre. Los estímulos comienzan a ser clasificados en placenteros y displacenteros. Estos últimos, con el objeto de mantener intacta la díada simbiótica, son proyectados afuera de la unidad madre-hijo; pero su percepción y su clasificación no transcurren inútilmente, ya que dejan una huella profunda en el infante y permiten la maduración de un paso importante: la demarcación del “Yo corporal”.

El logro más importante en la fase simbiótica es que el infante percibe a la madre como objeto. Mahler demostró, cómo los niños incorporan las pautas de sostenimiento empleadas por sus madres, volviendo a utilizarlas posteriormente para calmar la angustia o como modo de relación con el mundo externo. Al concluir el proceso el niño logra catectizar a su madre y por lo tanto ésta se transforma en un objeto, aunque parcial, sin embargo, cuando termina la fase simbiótica, el bebé ha podido establecer una relación objetal con su madre.



Separación-individuaciónLa fase comienza según Mahler, alrededor del quinto mes y concluye idealmente en el tercer año de edad. Es posible que este proceso se continúe a lo largo de toda la vida y de hecho, en el tratamiento psicológico de adultos neuróticos y limítrofes se busca resolver dificultades en los procesos de separación-individuación. Se divide en 4 subfases:

1. Diferenciación: Se inicia en el quinto mes y termina en el octavo. Para que sea posible el desarrollo de esta subfase deben coincidir dos hechos evolutivos: en el primero el niño debe de haber logrado establecer la relación simbiótica, expresada con conductas como la aparición de la sonrisa específica del bebé ante el rostro o la voz de su madre. En segundo lugar, es necesario que se haya alcanzado un desarrollo neurofisiológico que le permita períodos mayores de vigilia y que el niño haya adquirido ciertas habilidades motrices que expandan su percepción más allá de la simbiosis lograda.

El éxito de la segunda fase incide también en la facilidad con la que se produce la diferenciación, una fase simbiótica defectuosa puede retrasar el inicio de la diferenciación o acelerarlo, lo que provocará una intensa ansiedad en el niño.

2. Ejercitación locomotriz: Inicia entre los 8 meses y termina a los quince aproximadamente. Se divide en dos etapas:
Ejercitación temprana; es la época en que los niños comienzan a gatear y adquieren progresivamente las habilidades necesarias para separarse físicamente de su madre, y parece ser una búsqueda de recarga emocional, cuando el niño regresa para estar junto a la madre unos instantes y luego se vuelve a alejar.
Ejercitación propiamente dicha; el niño experimenta gozo en el uso de su cuerpo, la energía dirigida en un primer momento en las habilidades motrices van poco a poco desplazándose hacia el Yo autónomo en desarrollo.

3. Acercamiento: El niño llega con las capacidades necesarias para la locomoción y habilidades para el juego simbólico y el lenguaje. Se divide en tres etapas:
Comienzo del acercamiento: El niño regresa con su madre, pero no por recarga emocional, sino para compartir con ella sus logros y sus hallazgos, refuerza su Yo.
La crisis del acercamiento: Existe un conflicto entre el ejercicio de la autonomía del niño y la necesidad de la madre para satisfacer sus deseos, por lo que se alternan estas dos actividades.
Modelamiento de la distancia óptima: Se ponen de manifiesto las diferencias entre los sexos, y experimentan ansiedad.

4. Logro de la Constancia Objetal: Para que el niño logre las metas de esta subface tiene que tener tres características:
a) El objeto debe estar disponible intrapsíquicamente, esto significa que puede evocar a la madre sin dificultad, aunque no la este viendo.
b) Los sentimientos hacia su madre no deben ser agresivos, ya que esto representaría un obstáculo para que pueda introyectarla.
c) El Yo no debe recurrir con facilidad a la escisión de las representaciones en objeto bueno y malo. Debe lograr la integración.


LA TEORÍA DE LA SIMBIOSIS EN LA PSICOSIS INFANTIL

EL PROBLEMA CENTRAL DE LA PSICOSIS INFANTIL


En la psicosis infantil la relación simbiótica normal o esta distorsionada gravemente o falta, lo que para Mahler representa el trastorno central en la psicosis; es una deficiencia o un defecto en la utilización intrapsíquica del niño de la compañera materna durante la fase simbiótica y su subsecuente inhabilidad para internalizar la representación del objeto materno para su polarización sin esto no ocurre la diferenciación del ser.

Al infante psicótico parece faltarle la capacidad de percibir y por lo tanto usar el agente materno para mantener su homeostasis, ni tampoco para soltarlo después.

LA DIFERENCIA DE LA SEÑALES MUTUAS ENTRE EL INFANTE Y LA MADRE EN LA FASE SIMBIÓTICA.
Los animales nacen con instintos bien desarrollados que garantizan su supervivencia individual poco después de su nacimiento; en el pequeño humano, estos instintos animales se han atrofiado y no son confiables, de esta manera el yo debe tomar el rol de la adaptación a la realidad que el ello descuida Freud (1923); ya que el sistema nervioso central se encuentra inmaduro al nacer y este es la estructura somática del yo, de esta manera el recién nacido es un organismo casi puramente biológico, cuya respuestas instintivas son a nivel reflejo.

El rapport psicobiológico entre la madre que amamanta y el bebé, complementa al yo indiferenciado de este; la empatía normal de la madre es el sustituto humano de aquellos instintos por los cuales el animal puede sobrevivir, así la relación intrauterina parasito- huésped debe de ser remplazada en el período posnatal por el envolvimiento del infante en una matriz extrauterina, a través de los cuidados de la madre en el amamantamiento, en una especie de simbiosis social.

El primer día de la vida extrauterina el neonato tienen un reflejo discriminatorio de presión, lo cual prueba que tiene una dotación innata significativa para distinguir en una forma sensorio-motriz entre el objeto parcial vivo y la materia inanimada.

LAS DEFICIENCIAS DEL YO EN LA PSICOSIS INFANTIL Y LA DISTORSIÓN DEL SENTIDO DE LA IDENTIDADEl rasgo sobresaliente en la psicosis infantil es que en la individuación, no se alcanza un sentido de identidad individual, que la formación de la identidad presupone una estructuración del yo y la neutralización de los impulsos. Hartman ha hecho notar que la formación de la estructura y la neutralización de los impulsos constituyen un proceso circular: la estructura se forma por un acudir perceptual hacia el mundo externo y viceversa.

EL YO CORPORAL
El principio de la identidad individual y la separación del objeto es mediado por nuestras sensaciones corporales, su núcleo es la imagen corporal, la cual consiste en una catexis predominantemente libidinal y bastante bien estabilizadas del cuerpo en sus partes centrales y periféricas. Los estímulos internos, el contacto, el intercambio térmico, contribuyen a la formación del yo corporal.
La integración de nuestro sentimientos corporales y de las fantasías inconscientes acerca del ser corporal, especialmente sus contenidos, con datos visuales, auditivos y kinesteticos acerca de ellos, son un logro relativamente posterior al yo, es el producto del proceso de separación-individuación.

LA IMAGEN CORPORAL Y LA PERCEPCIÓN
El proceso esquizofrénico puede deberse a cambios fisiológicos en términos de agresivizaciones que ocurren en la imagen corporal, lo cual a su vez puede surgir de una relación primaria insatisfactoria madre-infante y que resulta en una fragilidad del yo. Las percepciones de contacto (impresiones de calidez, caricias suaves, impresiones olfativas y gustativas) no deben empujar hacia afuera, sofocar o demorar las percepciones receptivas de distancia; por otro lado, si non demasiado vagas y deficientes, les falta la fuerza de asegurarse una imagen corporal estable.

EL LOGRO MADURACIONAL DE LA LOCOMOCIÓN
La locomoción le permite al niño separarse, alejarse físicamente de la madre, cuando emocionalmente puede no estar preparado para hacerlo. Hay niños que muestran reacciones adversas y se aferran más a la madre como reacción a su propia autonomía. La conciencia del funcionamiento separado puede provocar una intensa ansiedad en estos niños vulnerables; tratan de negar desesperadamente el hecho de la separación y al mismo tiempo luchan en contra de un reengolfamiento con una oposición mayor en contra del compañero adulto.
Un yo que no puede funcionar separadamente del compañero simbiótico trata de volver atrincherarse a sí mismo en una fantasía ilusoria de la unidad con la madre omnipotente, obligándola a funcionar como una extensión del ser; por supuesto, este proyecto generalmente fracasa en detener el proceso de alineación de la realidad (una realidad aún representada casi exclusivamente por la madre).

LA IMPORTANCIA CRUCIAL DEL “SER MATERNAL” Y DE PERCIBIR EL “PRINCIPIO DEL SER MATERNAL” COMO BUENO.
El término ser maternal o agente maternal se refiere a la percepción de, y la aparente aceptación de los menesteres de alivio que viene del compañero humano las cuales, aunque vagas e inespecíficas, son satisfacciones placenteras de la necesidad por parte de la madre.
La primera orientación del infante en su vida extrauterina es de acuerdo con los estímulos “buenos-placenteros” contra los “malos-displacenteros”. Las cualidades de dar placer o infligir dolor se anclan a la madre, pero también a estas islas de memoria que se formaron a través de sensaciones placenteras y displacenteras del cuerpo.
El infante intenta expulsar y separar de su cuerpo todo estímulo doloroso, sin importar si se originó en el mundo externo o interno. A los tres o tres años y medio el niño podrá percibir a su madre como un ser integrado, con imágenes maternas buenas y malas y es así como el niño se familiariza con la realidad, a través de la madre, si no se logra esta tarea no habrá un sentido sólido de la realidad externa.

SUSTITUCIONES PSICÓTICAS PARA LA RELACIÓN DE OBJETO Y LA DEFENSA.
El infante psicótico no puede usar a su madre en la forma habitual y tiene que recurrir diferentes formas par mantener su vida. Estos mecanismos sustitutos son diferentes de las relaciones de objeto, así como de los mecanismos defensivos empleados por cualquier otro grupo de niños, los dos mecanismos principales que usa el niño psicótico, en diferentes combinaciones y mezclas son esencialmente autísticos y simbióticos, no son más que meros intentos de restitución de un yo rudimentario fragmentado que sirve para la supervivencia, se denominan mecanismos de mantenimiento.
En el desarrollo normal infantil los niños utilizan objetos transicionales que facilitan la autonomía del yo, en el desarrollo psicótico se dará una sustitución de objetos de transición en lugar de las relaciones humanas, lo que no permite una discriminación afectiva entre lo social, el mundo objetal y el medio inanimado. El niño utiliza la mano materna como una extensión no individualizada, mecánica de su propio cuerpo, en una creencia aparente de que lo que piensa es pensado en forma automática y simultánea también por la madre.
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