LA COSA LACANIANA: EL RETORNO A FREUD
LA COSA LACANIANA: EL RETORNO A FREUD
PROF. DRA. AMELIA HAYDEE IMBRIANO
PROFESORA TITULAR
DECANA DEL DEPARTAMENTO DE PSICOANALISIS
DIRECTORA DEL MASTER EN PSICOANÁLISIS.
DIRECTORA DEL INSTITUTO DE INVESTIGACIONES EN PSICOANÁLISIS
UNIVERSIDAD KENNEDY
Les agradezco la audiencia, y a modo
de apertura de este curso de trabajo 2010 me autorizo a parafrasear a Jacques
Lacan:
"Lo
que el psicoanálisis nos enseña, cómo enseñarlo?. Qué es ese algo que el
análisis nos enseña que le es propio, o lo más propio, propio verdaderamente,
verdaderamente lo más, lo más verdaderamente?"
Jacques Lacan, 1957. El
psicoanálisis y su enseñanza
Esta alusión – presentada por Lacan a
la Sociedad Francesa de Filosofía en la sesión del 23 de Febrero de 1957- es una propuesta de trabajo que
intencionalmente quiero traerles y espero poder causar sus resonancias porque,
en lo posible de nuestro encuentro, sostengo una apuesta: la producción de
efectos de enseñanza.
Nuevamente, tengo el
júbilo de presentar el Departamento de Psicoanálisis cuyo espíritu pergeniado
por Miguel Herrera Figueroa, fundador y Rector de la Universidad, nos
acompaña en un trabajo‑aventura de renovar vez por vez, una pregunta: cómo impulsar el deseo en el estudiante?
Nos encontraremos
semanalmente a través de un trabajo de currícula universitario: Desarrollos del Psicoanálisis I. Su nombre
es una alusión directa los desarrollos del campo abierto por el descubrimiento
del inconsciente y la praxis consecuente, que lleva la marca de Sigmund Freud y
sus discípulos. Lugar adecuado para
que una pregunta no deje de resonar: ¿Por
qué el Psicoanálisis no se transmite como cualquier otro saber?
La finalidad es ofrecer
al cursante la posibilidad de tomar conocimiento de los conceptos
fundamentales del espacio de configuración psicoanalítico según la obra de Jacques Lacan.
Revisaremos los conceptos más
importantes introducidos en la teoría psicoanalítica por la revisión de Jacques Marie Emile Lacan (médico
psiquiatra y psicoanalista francés, París 1901-1981), quién más allá de sólidos
estudios de psiquiatría y psicoanálisis, desarrolló un gran interés por las
letras y la filosofía. En sus obras hay referencias a los presocráticos y
Platón, Aristóteles, Descartes, Kant, Hegel (con Kojéve), Heidegger, Marx, y
Gilson; a Mauss y Levy Strauss (antropología), Marc Bloch (historia), Ferdinand de Saussure (lingüística) y B.
Russel y Couturat (matemáticas). Su tesis de doctorado en medicina “De la
psicosis paranoica en sus relaciones con la personalidad” es un estudio clínico
del amor cuando es llevado al extremo: la cuchillada que dio Aimée. Desde ese
momento hasta su muerte (9 de Septiembre de 1981) su actividad fue muy
prolífera en la producción de escritos y dictados de seminarios y conferencias.
Siempre su nombre alude a un trabajo
decidido por la reconquista del campo freudiano.
El objetivo de este curso implica rever las condiciones de surgimiento del discurso psicoanalítico como
ruptura epistemológica, el cambio de condiciones del sujeto de conocimiento
cartesiano y la emergencia de una nueva conceptualización. En este camino de
revisión se investigará la inserción histórico cultural del psicoanálisis en la
época de los orígenes freudianos (1880) y sus posteriores desarrollos, el
empuje a la producción y las limitaciones de los marcos epistémicos.
La hipótesis a sostener es que el retorno a la obra freudiana y
sus fundamentos, la revisión de sus conceptos, realizada
por Jacques Lacan, muestra en forma ejemplar una metodología rigurosa de
trabajo cuyos desarrollos se sostienen lógicamente, devolviendo el curso del
psicoanálisis no solo un marco disciplinar sino su orientación ética.
Como posible abordaje, el
programa se sostendrá en tres lógicas: 1.- Perfilar los instrumentos de
conceptualización epistemológica a utilizar; 2.- Resaltar las condiciones
naturales y científicas de la época de aparición del pensamiento
psicoanalítico; 3.- Analizar la semántica y sintaxis de los Desarrollos del
Psicoanálisis.
La complejidad del pensamiento de Jacques Lacan, tanto
por su estilo como por la riqueza de los
recursos tomados de otras disciplinas (lingüística, lógica, antropología,
topología, etc.) exige un estudio minucioso. La tesis al respecto del inconsciente estructurado como un lenguaje,
como tantas otras, merece ser desmistificada y aclarada bajo el rigor
disciplinar. Así también el reordenamiento de las categorías freudianas a la
luz de los tres registros: lo real, lo simbólico y lo imaginario. La
importancia de este trabajo guarda vinculación con lo postulado por Lacan en su
Seminario sobre la Etica
del Psicoanálisis: “Si siempre volvemos a Freud es porque él partió de una
intuición inicial, central, que es de orden ético. Creo esencial valorizarla
para comprender nuestra experiencia, para animarla, para no extraviarnos en
ella, para no dejar que se degrade”.
Una de las finalidades es retornar a la obra de Freud
para entender el concepto de inconsciente
en tanto justamente eso: un
concepto. Es decir, una construcción
necesaria para explicar bajo cierta lógica un sistema de fenómenos de la
experiencia. Entonces, también será necesario explicitar al inconsciente
como una experiencia a juzgar.
Se destacará durante la cursada el marco en el que se
desenvuelven las ciencias del hombre, en
tanto tratan con símbolos cosa que ya son símbolos, a diferencia de las
ciencias naturales que tratan con símbolos de cosas que son objeto. Por lo
tanto, al tratar con símbolos cosa que ya son símbolos están sometidas a un orden, el de la función simbólica, es decir,
produce efectos de sentido. Acaso, ¿no es parte esencial de la lección que
Freud nos legara, el hecho de haber estatuido que toda conducta tiene un
sentido?. Sentido que solo puede hallarse morando el lenguaje, si se entiende
al hombre como parlante, no por el hecho que hable sino que es habitado por el
lenguaje en el cual se constituye como sujeto. Si todo sentido mora en el
lenguaje y el lenguaje define la cultura, el sentido es engendrado desde la
cultura, es decir, desde aquél lugar teórico que Lacan denomina el Gran Otro.
La propuesta de nuestro día de trabajo es “el sentido
del retorno a Freud en Psicoanálisis”, y para ello nos serviremos, en este
primer encuentro, de una conferencia pronunciada por Jacques Lacan en la
clínica Neuro-psiquiátrica de Viena el 7 de noviembre de 1955, que luego devino
en el escrito titulado: “La cosa
freudiana o sentido del retorno a Freud en psicoanálisis” (1957). Este se
inicia con algunas alusiones irónicas que merecen ser destacadas:
· Se nombra a sí mismo “nuncio” - del latín nuntius que significa “emisario”-
del retorno a Freud, haciéndose cargo de ser el que lleva el mensaje de ese
retorno y todo lo que implica respecto a denunciar las desviaciones de los
conceptos fundamentales. Por ello es válido
tomar, también, la acepción de la palabra “nuncio” como representante
diplomático o representante acreditado.
· Recuerda que la placa
memorial colocada en la puerta de Bergasse 19, en Viena, domicilio de la
casa en donde trabajó Freud, no fue un acto llevado adelante por la Asociación Internacional
de Psicoanálisis (“los que viven de su padrinazgo”[1]). Refiere: “Falla sintomática”,
no de los vieneses de cuya tierra Freud fue huésped, sino de aquellos a
los que les dejó el cuidado del campo del psicoanálisis, que traicionaron a
Freud, y fueron traicionados por la renegación, haciendo una “opereta” del
complejo edipiano.[2]
· Hace mención al retorno de la variante
patética de la Opera. Este
movimiento es impulsado por el Maestro Schoenberg, quien estaba en desacuerdo
con la modalidad de la “opereta” y quien retoma las presentaciones patéticas
originarias de la ópera en la
Semana de la
Música de Viena de 1955. Así se reanuda la ópera
expresionista, capaz de mover el ánimo
de afección, dolor, sufrimiento, melancolía, siendo lugar de convergencia
cultural de Europa postguerra. Tengamos presente que Austria es tomada por el
III Reich en 1936, en 1945 por las tropas soviéticas y en el año 1955, logra la independencia a
través de un tratado con la
Unión Soviética comprometiéndose a no aliarse con Alemania.
· No es en vano la mención a Copérnico,
-el astrónomo polaco, investigador de la Universidad de Cracovia-, pues su descubrimiento
heliocentrista marcó el fin de un período en que el hombre se creía centro de
un cosmos hecho a su medida Copérnico marca la caída del geocentrismo con el descubrimiento
respecto del Sol como centro de Universo, alrededor del cual giran la Tierra y otros planetas
(también descubrió que la
Tierra gira alrededor de su propio eje).
· Al escándalo simbólico que
produjo el psicoanálisis en su origen:
1.- a nivel popular:
la sexualidad en general, y la sexualidad infantil en particular; 2.- a nivel
científico: puesta en interrogación del cógito cartesiano, cambio de marco
epistémico; 3.- a nivel clínico: clínica de la escucha; 4.- a nivel de la
filosofía: descentramiento del yo, producción de una ruptura con la teoría del
conocimiento; 5.- a nivel de la ética: caída de la idea del bien, instalación
de la ética del deseo.
· “Huésped de paso”: el inconsciente no tiene nacionalidad, ni raza, ni religión,
etc.
· “Hybris”, “Antífrasis” y
“Némesis”: tres figuras con las cuales Lacan denuncia al los psicoanalistas
neoyorquinos por la desvirtuación de los conceptos y de la praxis consecuente.
Recordemos los significados de estos términos: Hybris significa “injuria”
(1ra acep) ó “dícese de un organismo que proviene de dos congéneres tan
distintos que no sirve para nada pues su conjugación es de mala calidad” (2da.
acep.); Antífrasis: topos que
consiste en exponer una idea por otra contraria con cierta ironía; Némesis es una diosa griega, hija de la noche, que
se transformó en oca para huir de la pasión de Zeus, quien se unió a ella en
forma de cisne; según otras versiones es la personificación de la venganza
divina que castiga todo exceso.
Jacques Lacan puede ser presentado bajo la fórmula de
su tesis: el inconsciente está estructurado como un lenguaje. Para él, el
descubrimiento freudiano sólo encuentra su coherencia a partir de esta tesis.
Ella ha sido su interpretación de la obra freudiana, pues ha encontrado al inconsciente isomorfo en su estructura con
el lenguaje, como ejemplarmente lo demuestran algunas de las obras que ya
hemos estudiado: el Proyecto de
Psicología Científica, La interpretación de los sueños, la Psicopatología de la vida cotidiana, Tótem y
tabú, y los trabajos clínicos sobre
Dora, el hombre de las ratas, el pequeño Juanito o el Presidente Schreber,
entre otras.
Lo propio del
psicoanálisis, en tanto tratamiento de lo real por lo simbólico, Sigmund Freud lo construyó sobre la evidencia
respecto que palabra y síntoma están en relación.
La tarea
freudiana es una actividad de desciframiento del inconsciente, en donde
condensación y desplazamiento son las figuras principales en el cifrado del
inconsciente -estos tienen sus prototipos en esas figuras de la retórica:
metáfora y metonimia-. La tesis de Lacan
demuestra que el hallazgo freudiano
solo se sostiene por demostrar ese
artificio a partir del cual, desde el procedimiento de la asociación libre y el
dispositivo de la cura analítica, se puede afectar lo real del síntoma.
Jacques Lacan es un analista que penetra en el detalle
de los fenómenos de la experiencia analítica, desarrollando una argumentación
que pretende ser demostrativa en un campo donde el oscurantismo y el
pensamiento mágico han causado las desviaciones de la creación freudiana. Su escritura es a menudo aforística y esconde
la articulación del razonamiento, movilizando todos los recursos retóricos de
la lengua. Ilustra así, en la forma misma de su discurso, la primacía del significante.
Es indiscutible que es difícil seguir los escritos de
Lacan, y creo que eso se debe al contraste que existe entre la alta
sistematicidad de su pensamiento, - que refundió todos los términos sobre los
cuales se apoya- , y su estilo de
hallazgos.
Sus referencias teóricas son de una gran amplitud y
diversidad tanto en literatura, filosofía, lógica o ciencias sociales como en
ciencias duras como matemática, topología o física. Existen esquemas, fórmulas,
grafos. El estudiante encontrará en el trabajo del curso una aproximación a
ellos a través de una didáctica de la enseñanza específica que respeta la
lógica de constitución de los conceptos.
Lo que el Psicoanálisis nos enseña, ¿cómo enseñarlo?. Pregunta re-editada, que cada vez vuelve a inventarse nueva;
pregunta que nos anuda y nos relanza "una y otra vez" al trabajo, no
sin antes pasar "una y otra vez" por unl instante de perplejidad.
¿Cómo atravesar esa hiancia entre, el psicoanálisis en tanto que
un saber determinado por la estructura de la experiencia analítica, y en tanto
que saber expuesto?
Nos preguntamos por aquello que
enseña el Psicoanálisis, o si "quizás", hay alguna enseñanza en él,
o, si "acaso", deja alguna. Pensamos que nos orientaría “propiamente”
tener presente la labor de Freud y su praxis.
La clínica psicoanalítica queda constituida como tal por ser una
clínica bajo transferencia. Esto implica un saber
determinado plenamente por las condiciones que hacen a su elaboración, o sea,
por la estructura de la experiencia
analítica. Hablando estrictamente,
el saber psicoanalítico solo puede ser el saber de la transferencia, es decir,
el "saber supuesto" que en el curso de la experiencia analítica se
vuelve transmisible por otras vías y por otros efectos. La transferencia es
donde se constituye la clínica analítica y el psicoanalista. El trabajo del
analítico lo implica y su máxima implicancia será: explicitar su saber des‑suponiendolo,
o sea, desprendiéndolo del lugar que el tocó en la experiencia.
Es obvio, por ende, que la
Universidad no
forma analistas; éste se efectúa en
un análisis, en la medida que allí se engendra el deseo del analista.
¿Qué hacer en la
Universidad? es una de nuestras
preguntas, no sin consecuencias: el Departamento de Psicoanálisis es la
generación de un ámbito en donde ella encuentra su punto de hervor, de máxima
ebullición y revolución pues se manifiesta una suerte de incompatibilidad entre
la transmisión universitaria del saber y la producción del psicoanalista, la
propia experiencia del psicoanálisis. La Universidad es, por lo tanto, un lugar adecuado para que una pregunta
trabaje: ¿por qué el psicoanálisis no se transmite como cualquier otro saber?”.
No hay transmisión verdadera si se reduce a quienes comparten una
misma experiencia. Sólo hay una buena transmisión cuando una experiencia puede
transferirse a otros sin la complicidad que da el hecho de compartirla. (Miller, J.A. Conferencia de la Madraza, Cuadernos andaluces de Psicoanálisis Nº
2, Julio 1990, Granada).
Nos proponemos un retorno a Freud y
ello implica una reflexión sobre la
clínica, reivindicando su lugar como soberana encontramos una vía para
renovar su honor como clínica del sujeto.
Reflexionar sobre este campo no es un lugar que nos permita arribar a
conclusiones absolutas. Por ello muchos se han confundido, convirtiéndolo en
"tierra de nadie" y entonces "de todos", degradando el
trabajo analítico a una mántica. La
inexistencia de un nomenclador técnico de maniobras de transferencia no
significa que se trate de cualquier práctica, justamente, todo lo contrario.
La rigurosidad: un lugar de excelencia.
Solo desde ella es posible esta clínica de lo particular, de lo singular.
¡Qué mejor que recordar que la
creación freudiana, sus virajes, está gobernada por la preocupación inflexible
de mantener su rigor científico!.
Se trata de una clínica del "pathos", del sufrimiento humano, y ¿cómo no entender los matemas lacanianos
sino como fórmulas de ese sufrimiento?. Como “pathemas” será entonces como tendrá sentido pensar la oposición
significante y la relación entre el sujeto en tanto castrado y su objeto en
tanto que perdido. Ellos ya están enunciados al comienzo de la obra, en
escritos tales como el Proyecto de
psicología para neurólogos, en donde ya el objeto aparece en su estatuto en tanto que perdido.
Nos encontramos con una prioridad: la
exigencia de fundamentación de
nuestra praxis. La formación del
analista es uno de los fundamentos del Psicoanálisis; inconsciente, pulsión,
repetición y transferencia serán los otros.
¿Qué es eso que el Psicoanálisis nos enseña?
Allí, en sus fundamentos, en el
inconsciente que, es menos profundo que inaccesible a la profundización
consciente, eso habla: un sujeto en el sujeto, trascendente al sujeto, plantea su
pregunta desde la ciencia de los sueños. (J. Lacan, El psicoanálisis y su
enseñanza)
"Eso" habla: “de una historia de una
vida vivida como historia”.
"Eso" revela:
“la sujeción a las leyes del lenguaje, al juego intersignificante por donde la
verdad entra en lo real”.
A lo que nos remite el descubrimiento de Freud es a la dimensión de ese orden en que hemos entrado, en el que si puede
decirse, hemos nacido por segunda vez, saliendo del estado nombrado con
justicia "infans" [sin palabra], alojándonos en el orden simbólico
constituido por el lenguaje: allí se constituye el “atolondradicho”.
El sentido del retorno a Freud en Psicoanálisis es retornar a la
experiencia: “la cosa habla por sí misma”,
destaca Lacan - haciendo alusión a Hegel- en la conferencia pronunciada a propósito de
los cien años del nacimiento de Freud. Cito: "Soy pues para vosotros el enigma de aquella que se escabulle
apenas aparecida, hombres que sois tan duchos en disimularme bajo los oropeles
de vuestras conveniencias... Fantasmas,
que eso es lo que sois. A dónde voy pues
cuando he pasado a vosotros, dónde estaba antes de ese paso?. Os lo diré acaso
algún día?. Pero para que me encontréis donde estoy, voy a enseñaros por qué
signo se me reconoce... Hombres,
escuchad, os doy el secreto. Yo, la verdad, hablo.... Ya hayáis de mi en el
engaño o ya penséis alcanzarme en el error, yo os lo alcanzo en la equivocación
contra la cual no tenéis refugio. Allí donde la palabra más cautelosa muestra
un ligero tropiezo, es a su perfidia quien falla, lo publico ahora, y desde ese
momento será un poco más complicado hacer como si nada... la intención más
inocente se desconcierta de no poder ya callar que sus actos fallidos son los
más logrados y que su fracaso recompensa su voto más secreto... yo, la verdad,
seré contra vosotros la gran embustera, puesto que no sólo por la falsedad
pasan mis caminos... Buscad, perros, que en eso os habéis convertido
escuchándome, sabuesos que Sófocles prefirió lanzar tras el rastro hermético
del ladrón de Apolo antes que en pos de los sangrantes talones de Edipo seguro
como estaba de encontrar con El en la cita de Colona la hora de la verdad.
Entrad en lid a mi llamada y aullad a mis voces. Estáis ya perdidos, me
desmiento, os desafío, me destejo: decís que me defiendo... Hombres, escuchad,
os doy el secreto. Yo, la verdad, hablo".[3] Ningún lenguaje podría decir lo verdadero sobre lo verdadero, puesto
que la verdad se funda por el hecho de que habla, y puesto que no tiene otro
medio para hacerlo (Lacan, J. 1965. La ciencia y la verdad. Escritos 1).
El psicoanálisis, en su praxis,
detecta al sujeto en una estructura que da cuenta de su estado de hendija, de Spaltung.
Esta hendija la detecta de manera en cierto modo cotidiana. La admite en la base, puesto que ya el solo
reconocimiento del inconsciente basta para motivarla, y puesto que también lo
sumerge, si puedo decirlo así, con su constante manifestación. Esto posiciona
al psicoanálisis en un lugar, en aquél que se define tomando al sujeto en su división constituyente.
Volveremos a realizar la pregunta de
marras y daremos una respuesta lacaniana:
¿Qué es el Psicoanálisis?
El tratamiento suministrado
por un psicoanalista.
Esta respueta de Lacan en el
Seminario 11 nos pone bajo la pista que se trata de una
clínica bajo transferencia y, entonces,
que la formación de los analistas es uno de los fundamentos del
psicoanálisis. El psicoanálisis implica,
y esta implicancia se encuentra en los principios de la interrogación sobre la
praxis psicoanalítica. De este modo, preguntar
por aquello que funda al psicoanálisis
es preguntar por sus fundamentos. La pregunta se especifica: ¿Qué enseña el Psicoanálisis?
Aquello que lo funda como praxis.
Cuando decimos "praxis" hablamos de una
acción concertada por el hombre que le pone en condiciones de tratar lo real
por lo simbólico. Esta praxis delimita un campo: el campo de la experiencia del
psicoanálisis y la cuestión central allí es la que se encierra en otra
pregunta: cuál es el deseo del analista?
La experiencia psicoanalítica debe
comprenderse desarrollada enteramente en la relación del significante al significante. En un psicoanálisis el sujeto se constituye por un discurso donde la
presencia del psicoanalista aporta la dimensión de otredad.
En la coextensidad del desarrollo del síntoma y de su resolución
curativa se muestra la neurosis: es una cuestión que el ser se plantea para el
sujeto "desde allí donde estaba antes de que el sujeto viniese al
mundo".
Se trata aquí de ese ser que no aparece sino durante el instante
de un relámpago en el vacío del verbo ser. Cuando
el sujeto se interroga por su ser, el lugar de la pregunta está planteado en el
lugar del sujeto, que en tanto formula esta pregunta se constituye como
enunciador de esa interrogación.
El enunciado: ¿quién soy yo?, el
sujeto de la enunciación: el "je", que trata esta pregunta como un
espejo sobre el cual puede mirarse. Pero ya no hay nada del "soy",
del ser, en la misma, en tanto que la aprehensión del ser sería la aprehensión
de lo óntico, y lo único que puede
formularse y responderse se despliega en la ontología posible para cada sujeto.
Pero “yo” puede preguntar el por qué de la pregunta y esto torna necesario la inclusión de aquél Otro que
lleva al sujeto a preguntarse: ¿quién soy?. Y ese Otro cortado en relación al
yo es el Otro inconsciente.
Así el yo hablará por las figuras de estilo de la retórica, en donde uno se acostumbra a ellas, puesto que no hay otra, pero
a la verdad se la reprime. Lo único que
conocemos, lejos de dar con lo inconsciente, son los elementos del
significante. (Al decir de Freud: “ciencia, arte, y paciencia requiere la
obra”, buscando el pez sólo encontramos el pescado). Estos no son únicamente
constituyentes en la neurosis para cada uno de sus síntomas, sino que son los
únicos que permiten envolver la temática del curso de la neurosis y de su
resolución. Fue este abismo abierto al pensamiento, de que un pensamiento se deje
entender en la cortadura del discurso, lo que provocó la resistencia
al psicoanálisis, y no la promoción de la sexualidad. Se trata de una “revolución del conocimiento a la medida del
nombre de Copérnico: entiéndase el lugar eterno del descubrimiento de Freud, si
se puede decir que gracias a él, el centro verdadero del ser humano no está ya
en el mismo lugar que le asignaba toda una tradición humanística”. [4].
Como el descubrimiento copérnicano, el
descubrimiento freudiano no deja las cosas en el mismo lugar. La tradición humanista cartesiana
centralizada alrededor del “pienso-soy” es invertida por la experiencia
freudiana: “soy donde no pienso; pienso donde no soy”.
Lo que piensa allí, en mí, es pues
otro?
Propone Freud en su descubrimiento: “Donde estuvo ello, tengo que
advenir”. ¿Cuál es pues ese otro con el cual estoy más ligado que conmigo
mismo, puesto que en el seno más asentido de mi identidad conmigo mismo es él
quién me agita?. La presencia de ese otro
solo puede ser comprendida en un grado segundo de otredad: Otro. Si se dice que
el inconsciente es el discurso del Otro, es para indicar el más allá donde se
anuda el reconocimiento del deseo con el deseo de reconocimiento.
Lacan en el escrito referido dice: "Ese otro es el Otro que invoca incluso
mi mentira como fiador de la verdad en la cual él subsiste". Y es en la aparición del lenguaje como
emerge la dimensión de la verdad.
Freud por su descubrimiento hizo
entrar dentro del círculo de la ciencia esa frontera entre el objeto y el ser
que parecía señalar su límite.
Pues bien, Lacan en el Seminario 11
nos señala que no se trata de una falta,
que el deseo no busca lo que falta, sino que busca aquello de lo que carecemos
y se articula desde allí, o sea, en tanto carentes en el orden del ser,
deseantes. En todo caso de lo que se trata es de búsqueda de ser.
Pareciera que este planteo de la carencia‑de‑ser, no es casual, sino que
nos va marcando un camino en torno a la ontología heideggeriana en donde es
señalada la cuestión de la carencia y es abordado el problema del ser a través
del "ser‑en" y el "ser‑con". En tanto "en" y
"con" podemos responder a la pregunta por el ser. Heidegger a modo de
introducción a su obra "El ser y el
tiempo" nos recuerda un pasaje del Sofista de Platón que se refiere a
su quedarse perplejo ante la pregunta por el ente, por el ser del ente. A su
vez inicia su discurso diciendo: "ser es el más universal y vacío de los
conceptos".
Reflexionar sobre la estructura del
campo de la experiencia del Psicoanálisis implica recorrer un camino a través
del cual se cuestione por los
fundamentos y por aquello que lo funda como praxis, en tanto ésta es la que
delimita el campo de la experiencia. La
pregunta por los fundamentos nos lleva a cuatro conceptos: inconsciente, repetición, transferencia y
pulsión, que quedan englobados en la función significante.
Todos los conceptos se ordenan en función de una estructura
subordinada a la función significante. Lo que introduce la función significante
en el hombre es la dimensión de lo perdido. Pero de tal modo introduce esta
cortadura que, lo perdido es lo que abre la posibilidad de búsqueda, la
búsqueda del deseo, lo que el deseo busca. Deseo que en la imposibilidad de
realizarse, es decir, de capturar su objeto, arroja al hombre a la repetición,
al volver a pedir por el objeto. Objeto que es puesto en acto en la
construcción de la transferencia.
De este modo el movimiento del deseo en su relación estructurante
con la repetición, pone en evidencia que la transferencia como acto
resistencial, como cierre de la apertura ‑béance‑ de lo inconsciente, se
encuentra reflejando el movimiento reberberante de la pulsación pulsional.
Claro está que bajo esta óptica el significante de la pulsión siempre es una
figura en movimiento, movimiento del deseo, movimiento de la repetición,
movimiento del acto transferrencial. Pero a su vez este espacio puede leerse
como deseo de movimiento, repetición de movimiento, transferencia de
movimiento. Y, ¿cuál es este movimiento?. El movimiento de búsqueda de una
falta simbólica que recubre la carencia-en-ser. ¿De qué carencia se trata?. De
carencia de significante.
A su vez, también es un movimiento de pérdida en tanto que el
sujeto no se constituye como sujeto en tanto que habla sino que el lenguaje lo
constituye más allá de que hable.
El hombre habita en el lenguaje no
en el sentido de ser parlante sino en el sentido de que el lenguaje lo
constituye como hombre, lenguaje no como
palabras sino como función simbólica. La posición del sujeto como morador
en el lenguaje lo ordena en la función
significante que podríamos definir como la función de encuentro‑pérdida‑reencuentro,
pero jamás captura. El deseo no captura su objeto, la repetición no alcanza su
meta, la pulsión no logra su descarga y la transferencia solo es un logro
mancado. Y esta es la función significante. Y así concebimos la indestructibilidad del deseo inconsciente, que no
se resquebraja, y donde reside esa cadena que insiste en reproducirse en la
transferencia.
Es la verdad de lo que ese deseo fue en su historia lo que el
sujeto grita por medio de su síntoma. Esta es
también la razón que sólo el psicoanálisis permita diferenciar en la memoria, la función de rememoración. Arraigado
en el significante, resuelve, por el ascendiente de la historia en el hombre,
las aporías platónicas de la reminiscencia.
Jacques Lacan en su escrito "La instancia de la letra en el
inconsciente o la razón desde Freud", destaca que el lugar de la letra, en el inconsciente, es el lugar del deseo, en
tanto movimiento. Es decir, deseo que se
define como deseo de otro o como deseo de deseo. Entonces, la articulación de la letra en lo
inconsciente, en tanto deseo, implica constituirse en la palabra recibiendo el
sentido desde el Otro. Esto nos llevaría al planteo de la inserción de la letra‑deseo
en el pretexto cultural, en tanto que si la cultura define al hombre y la
cultura es definida por el lenguaje, el deseo del hombre en tanto sujeto
deseante se constituye en virtud de un lenguaje, de la letra en tanto
movimiento capturable en la actualización del discurso efectivo. Resumiendo: la
instancia de la letra o el lugar del deseo. ¿Dónde? En el inconsciente estructurado como un
lenguaje, o, en la razón desde Freud.
El psicoanálisis nos enseña que hay un ser de deseo y que el bien
no es exterior al deseo que lo determina.
Jacques Lacan elige como medida de la ética del psicoanálisis la
relación del deseo con la acción que lo habita, por ello el psicoanálisis no es
una terapéutica como las demás, la diferencia radica en cierto modo ético,
fuera del cual toda cura, incluso atiborrada de conocimientos psicoanalíticos,
no sería sino una psicoterapia. Ya en sus inicios, la labor freudiana, trata de
hacer emerger lo particular en cada cura, porque no es una ética
universalizante. Freud introduce la dimensión ética sin explicitarla como tal,
pero señalándola rigurosamente desde el reconocimiento del sujeto en relación
al deseo.
¿Qué nos enseña el psicoanálisis?
¿Un psicoanálisis deja
enseñanza?
La enseñanza es efecto del trabajo de la transferencia y la
generación de la transferencia de trabajo.
Freud delimitó un campo de trabajo que podemos enunciar como
"recordar y no actuar", en donde en la experiencia analítica se trata
de hacer trabajar al sujeto del inconsciente.
En un psicoanálisis lo que está en tratamiento es el sujeto de
goce, aquél atrapado por la maquinaria del inconsciente, sumergido en una dormidera inercial, atrapado en las
redes de los significantes amos de su constitución. De lo que se trata es de una destitución
subjetiva en términos de este sujeto de goce. Entonces, no se trata de
instituir un sujeto como si se tratara del sujeto del derecho. El sujeto del
inconsciente es fundamentalmente sujeto de una destitución. Ya la asociación libre da pruebas de la
destitución del sujeto, de la subversión de su posición, en tanto que en la
experiencia analítica, un sujeto debe consentir ser solamente el punto de
pasaje de las palabras. Entonces, la destitución del sujeto en tanto que goce, y
el advenimiento del sujeto en relación a
un deseo‑decidido, a un deseo advertido para no desear lo imposible.
Cabe preguntar: ¿Cuáles son las consecuencias éticas que entraña la
relación con el inconsciente tal como lo descubrió Freud?
¿Tal relación es transmisible?
La ética del psicoanálisis es relativa a lo que en el deseo es
irreductible a toda acción común. La extraterritorialidad del psicoanálisis al
discurso de la ciencia no quiere decir adaptación ni marginación social. El
psicoanálisis no se sostiene por sí solo, ni la dificultad para la verificación
social del acto analítico lo ubica en la dimensión de la mística. Hacer de la dificultad culto es
complacencia y no problema teórico o ético.
Si el inconsciente es pulsátil,
su manifestación -su verdad- es sorpresiva e inintegrable al discurso
intencional. Las formaciones del inconsciente atestiguan de eso. “Verdad no
dicha pero sí sufrida”. Incluir el inconsciente en ese asunto de la verdad es
sostener que la verdad es inseparable de los efectos de lenguaje, o sea, que es
su efecto, lo que supone distinguir el enunciado de la enunciación.
El análisis comenzaría bajo la exhortación de un “vere-dictu”:
“que la verdad sea dicha, que la verdad enuncie su veredicto”. Entonces, el
inconsciente: un saber; el sujeto: lo que falta a ese saber. Pero, el inconsciente
es un “saber a construir”. Eso fue lo que las
histéricas le enseñaron a Freud: el punto de “shibolet” (El yo y el ello, 1923) entre la
teoría del conocimiento y el psicoanálisis respecto de la consideración por la
conciencia. Eso constituyó la experiencia freudiana: el
sujeto hablando constituye su deseo.
Bibliografía
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