LA COSA LACANIANA: EL RETORNO A FREUD



LA COSA LACANIANA: EL RETORNO A FREUD


PROF. DRA. AMELIA HAYDEE IMBRIANO
PROFESORA TITULAR
DECANA DEL DEPARTAMENTO DE PSICOANALISIS
DIRECTORA DEL MASTER EN PSICOANÁLISIS.
DIRECTORA DEL INSTITUTO DE INVESTIGACIONES EN PSICOANÁLISIS
UNIVERSIDAD KENNEDY

Les agradezco la audiencia, y a modo de apertura de este curso de trabajo 2010 me autorizo a parafrasear a Jacques Lacan:


"Lo que el psicoanálisis nos enseña, cómo enseñarlo?. Qué es ese algo que el análisis nos enseña que le es propio, o lo más propio, propio verdaderamente, verdaderamente lo más, lo más verdaderamente?"
Jacques Lacan, 1957. El psicoanálisis y su enseñanza

Esta alusión – presentada por Lacan a la Sociedad Francesa de Filosofía en la sesión del 23 de Febrero de 1957-  es una propuesta de trabajo que intencionalmente quiero traerles y espero poder causar sus resonancias porque, en lo posible de nuestro encuentro, sostengo una apuesta: la producción de efectos de enseñanza.
Nuevamente, tengo el júbilo de presentar el Departamento de Psicoanálisis cuyo espíritu pergeniado por Miguel Herrera Figueroa, fundador y Rector de la Universidad, nos acompaña en un trabajo‑aventura de renovar vez por vez, una pregunta: cómo impulsar el deseo en el estudiante?
Nos encontraremos semanalmente a través de un trabajo de currícula universitario: Desarrollos del Psicoanálisis I. Su nombre es una alusión directa los desarrollos del campo abierto por el descubrimiento del inconsciente y la praxis consecuente, que lleva la marca de Sigmund Freud y sus discípulos. Lugar  adecuado para que una pregunta no deje de resonar: ¿Por qué el Psicoanálisis no se transmite como cualquier otro saber?
La finalidad es ofrecer al cursante la posibilidad de tomar conocimiento de los conceptos fundamentales  del espacio de configuración psicoanalítico según la obra de Jacques Lacan.
Revisaremos los conceptos más importantes introducidos en la teoría psicoanalítica por la revisión de Jacques Marie Emile Lacan (médico psiquiatra y psicoanalista francés, París 1901-1981), quién más allá de sólidos estudios de psiquiatría y psicoanálisis, desarrolló un gran interés por las letras y la filosofía. En sus obras hay referencias a los presocráticos y Platón, Aristóteles, Descartes, Kant, Hegel (con Kojéve), Heidegger, Marx, y Gilson; a Mauss y Levy Strauss (antropología), Marc Bloch (historia),  Ferdinand de Saussure (lingüística) y B. Russel y Couturat (matemáticas). Su tesis de doctorado en medicina “De la psicosis paranoica en sus relaciones con la personalidad” es un estudio clínico del amor cuando es llevado al extremo: la cuchillada que dio Aimée. Desde ese momento hasta su muerte (9 de Septiembre de 1981) su actividad fue muy prolífera en la producción de escritos y dictados de seminarios y conferencias. Siempre su nombre alude a un trabajo decidido por la reconquista del campo freudiano.
El objetivo de este curso implica rever las condiciones de surgimiento del discurso psicoanalítico como ruptura epistemológica, el cambio de condiciones del sujeto de conocimiento cartesiano y la emergencia de una nueva conceptualización. En este camino de revisión se investigará la inserción histórico cultural del psicoanálisis en la época de los orígenes freudianos (1880) y sus posteriores desarrollos, el empuje a la producción y las limitaciones de los marcos epistémicos.
La hipótesis a sostener es que el retorno a la obra freudiana y sus fundamentos, la revisión de sus conceptos, realizada por Jacques Lacan, muestra en forma ejemplar una metodología rigurosa de trabajo cuyos desarrollos se sostienen lógicamente, devolviendo el curso del psicoanálisis no solo un marco disciplinar sino su  orientación ética.
Como posible abordaje, el programa se sostendrá en tres lógicas: 1.- Perfilar los instrumentos de conceptualización epistemológica a utilizar; 2.- Resaltar las condiciones naturales y científicas de la época de aparición del pensamiento psicoanalítico; 3.- Analizar la semántica y sintaxis de los Desarrollos del Psicoanálisis.

La complejidad del pensamiento de Jacques Lacan, tanto por su estilo como por la riqueza de los recursos tomados de otras disciplinas (lingüística, lógica, antropología, topología, etc.) exige un estudio minucioso. La tesis al respecto del inconsciente estructurado como un lenguaje, como tantas otras, merece ser desmistificada y aclarada bajo el rigor disciplinar. Así también el reordenamiento de las categorías freudianas a la luz de los tres registros: lo  real, lo simbólico y lo imaginario. La importancia de este trabajo guarda vinculación con lo postulado por Lacan en su Seminario sobre la Etica del Psicoanálisis: “Si siempre volvemos a Freud es porque él partió de una intuición inicial, central, que es de orden ético. Creo esencial valorizarla para comprender nuestra experiencia, para animarla, para no extraviarnos en ella, para no dejar que se degrade”.
Una de las finalidades es retornar a la obra de Freud para entender el concepto de inconsciente en tanto justamente eso: un concepto. Es decir, una construcción necesaria para explicar bajo cierta lógica un sistema de fenómenos de la experiencia. Entonces, también será necesario explicitar al inconsciente como una experiencia a juzgar.
Se destacará durante la cursada el marco en el que se desenvuelven las ciencias del hombre, en tanto tratan con símbolos cosa que ya son símbolos, a diferencia de las ciencias naturales que tratan con símbolos de cosas que son objeto. Por lo tanto, al tratar con símbolos cosa que ya son símbolos están sometidas a un orden, el de la función simbólica, es decir, produce efectos de sentido. Acaso, ¿no es parte esencial de la lección que Freud nos legara, el hecho de haber estatuido que toda conducta tiene un sentido?. Sentido que solo puede hallarse morando el lenguaje, si se entiende al hombre como parlante, no por el hecho que hable sino que es habitado por el lenguaje en el cual se constituye como sujeto. Si todo sentido mora en el lenguaje y el lenguaje define la cultura, el sentido es engendrado desde la cultura, es decir, desde aquél lugar teórico que Lacan denomina el Gran Otro.
La propuesta de nuestro día de trabajo es “el sentido del retorno a Freud en Psicoanálisis”, y para ello nos serviremos, en este primer encuentro, de una conferencia pronunciada por Jacques Lacan en la clínica Neuro-psiquiátrica de Viena el 7 de noviembre de 1955, que luego devino en el escrito titulado: “La cosa freudiana o sentido del retorno a Freud en psicoanálisis” (1957). Este se inicia con algunas alusiones irónicas que merecen ser destacadas:
·       Se nombra a sí mismo nuncio” - del latín nuntius que significaemisario”- del retorno a Freud, haciéndose cargo de ser el que lleva el mensaje de ese retorno y todo lo que implica respecto a denunciar las desviaciones de los conceptos fundamentales. Por ello es válido  tomar, también, la acepción de la palabra “nuncio” como representante diplomático o representante acreditado.
·       Recuerda que la placa memorial colocada en la puerta de Bergasse 19, en Viena, domicilio de la casa en donde trabajó Freud, no fue un acto llevado adelante por la Asociación Internacional de Psicoanálisis (“los que viven de su padrinazgo”[1]). Refiere: “Falla sintomática”,  no de los vieneses de cuya tierra Freud fue huésped, sino de aquellos a los que les dejó el cuidado del campo del psicoanálisis, que traicionaron a Freud, y fueron traicionados por la renegación, haciendo una “opereta” del complejo edipiano.[2]
·       Hace mención al retorno de la variante patética de la Opera. Este movimiento es impulsado por el Maestro Schoenberg, quien estaba en desacuerdo con la modalidad de la “opereta” y quien retoma las presentaciones patéticas originarias de la ópera en la Semana de la Música de Viena de 1955. Así se reanuda la ópera expresionista, capaz de mover el ánimo de afección, dolor, sufrimiento, melancolía, siendo lugar de convergencia cultural de Europa postguerra. Tengamos presente que Austria es tomada por el III Reich en 1936, en 1945 por las tropas soviéticas y  en el año 1955, logra la independencia a través de un tratado con la Unión Soviética comprometiéndose a no aliarse con Alemania.
·       No es en vano la mención a Copérnico, -el astrónomo polaco, investigador de la Universidad de Cracovia-, pues su descubrimiento heliocentrista marcó el fin de un período en que el hombre se creía centro de un cosmos hecho a su medida Copérnico marca la caída del geocentrismo con el descubrimiento respecto del Sol como centro de Universo, alrededor del cual giran la Tierra y otros planetas (también descubrió que la Tierra gira alrededor de su propio eje).
·       Al escándalo simbólico que produjo el psicoanálisis en su origen:
1.- a nivel popular: la sexualidad en general, y la sexualidad infantil en particular; 2.- a nivel científico: puesta en interrogación del cógito cartesiano, cambio de marco epistémico; 3.- a nivel clínico: clínica de la escucha; 4.- a nivel de la filosofía: descentramiento del yo, producción de una ruptura con la teoría del conocimiento; 5.- a nivel de la ética: caída de la idea del bien, instalación de la ética del deseo.
·       “Huésped de paso”: el inconsciente no tiene nacionalidad, ni raza, ni religión, etc.
·       “Hybris”, “Antífrasis” y “Némesis”: tres figuras con las cuales Lacan denuncia al los psicoanalistas neoyorquinos por la desvirtuación de los conceptos y de la praxis consecuente. Recordemos los significados de estos términos: Hybris significa “injuria” (1ra acep) ó “dícese de un organismo que proviene de dos congéneres tan distintos que no sirve para nada pues su conjugación es de mala calidad” (2da. acep.); Antífrasis: topos que consiste en exponer una idea por otra contraria con cierta ironía; Némesis es una diosa griega, hija de la noche, que se transformó en oca para huir de la pasión de Zeus, quien se unió a ella en forma de cisne; según otras versiones es la personificación de la venganza divina que castiga todo exceso.

Jacques Lacan puede ser presentado bajo la fórmula de su tesis: el inconsciente está estructurado como un lenguaje. Para él, el descubrimiento freudiano sólo encuentra su coherencia a partir de esta tesis. Ella ha sido su interpretación de la obra freudiana, pues ha encontrado al inconsciente isomorfo en su estructura con el lenguaje, como ejemplarmente lo demuestran algunas de las obras que ya hemos estudiado: el Proyecto de Psicología Científica,  La interpretación de los sueños, la Psicopatología de la vida cotidiana, Tótem y tabú,  y los trabajos clínicos sobre Dora, el hombre de las ratas, el pequeño Juanito o el Presidente Schreber, entre otras.
Lo propio del psicoanálisis, en tanto tratamiento de lo real por lo simbólico,  Sigmund Freud lo construyó sobre la evidencia respecto que palabra y síntoma están en relación.
La tarea freudiana es una actividad de desciframiento del inconsciente, en donde condensación y desplazamiento son las figuras principales en el cifrado del inconsciente -estos tienen sus prototipos en esas figuras de la retórica: metáfora y metonimia-. La tesis de Lacan demuestra que el hallazgo freudiano solo se sostiene por demostrar ese artificio a partir del cual, desde el procedimiento de la asociación libre y el dispositivo de la cura analítica, se puede afectar lo real del síntoma.
Jacques Lacan es un analista que penetra en el detalle de los fenómenos de la experiencia analítica, desarrollando una argumentación que pretende ser demostrativa en un campo donde el oscurantismo y el pensamiento mágico han causado las desviaciones de la creación freudiana.  Su escritura es a menudo aforística y esconde la articulación del razonamiento, movilizando todos los recursos retóricos de la lengua. Ilustra así, en la forma misma de su discurso, la primacía del significante.
Es indiscutible que es difícil seguir los escritos de Lacan, y creo que eso se debe al contraste que existe entre la alta sistematicidad de su pensamiento, - que refundió todos los términos sobre los cuales se apoya- ,  y su estilo de hallazgos.
Sus referencias teóricas son de una gran amplitud y diversidad tanto en literatura, filosofía, lógica o ciencias sociales como en ciencias duras como matemática, topología o física. Existen esquemas, fórmulas, grafos. El estudiante encontrará en el trabajo del curso una aproximación a ellos a través de una didáctica de la enseñanza específica que respeta la lógica de constitución de los conceptos.
Lo que el Psicoanálisis nos enseña, ¿cómo enseñarlo?. Pregunta re-editada, que cada vez vuelve a inventarse nueva; pregunta que nos anuda y nos relanza "una y otra vez" al trabajo, no sin antes pasar "una y otra vez" por unl instante de perplejidad.
¿Cómo atravesar esa hiancia entre, el psicoanálisis en tanto que un saber determinado por la estructura de la experiencia analítica, y en tanto que saber expuesto?
Nos preguntamos por aquello que enseña el Psicoanálisis, o si "quizás", hay alguna enseñanza en él, o, si "acaso", deja alguna. Pensamos que nos orientaría “propiamente” tener presente la labor de Freud y su praxis.
La clínica psicoanalítica queda constituida como tal por ser una clínica bajo transferencia. Esto implica un saber determinado plenamente por las condiciones que hacen a su elaboración, o sea, por la estructura de la experiencia analítica. Hablando estrictamente, el saber psicoanalítico solo puede ser el saber de la transferencia, es decir, el "saber supuesto" que en el curso de la experiencia analítica se vuelve transmisible por otras vías y por otros efectos. La transferencia es donde se constituye la clínica analítica y el psicoanalista. El trabajo del analítico lo implica y su máxima implicancia será: explicitar su saber des‑suponiendolo, o sea, desprendiéndolo del lugar que el tocó en la experiencia.
Es obvio, por ende, que la Universidad no forma analistas; éste se efectúa en un análisis, en la medida que allí se engendra el deseo del analista.
¿Qué hacer en la Universidad? es una de nuestras preguntas, no sin consecuencias: el Departamento de Psicoanálisis es la generación de un ámbito en donde ella encuentra su punto de hervor, de máxima ebullición y revolución pues se manifiesta una suerte de incompatibilidad entre la transmisión universitaria del saber y la producción del psicoanalista, la propia experiencia del psicoanálisis. La Universidad es, por lo tanto,  un lugar adecuado para que una pregunta trabaje: ¿por qué el psicoanálisis no se transmite como cualquier otro saber?”.
No hay transmisión verdadera si se reduce a quienes comparten una misma experiencia. Sólo hay una buena transmisión cuando una experiencia puede transferirse a otros sin la complicidad que da el hecho de compartirla. (Miller, J.A. Conferencia de la Madraza, Cuadernos andaluces de Psicoanálisis Nº 2, Julio 1990, Granada).
Nos proponemos un retorno a Freud y ello implica una reflexión sobre la clínica, reivindicando su lugar como soberana encontramos una vía para renovar su honor como clínica del sujeto. Reflexionar sobre este campo no es un lugar que nos permita arribar a conclusiones absolutas. Por ello muchos se han confundido, convirtiéndolo en "tierra de nadie" y entonces "de todos", degradando el trabajo analítico a una mántica. La inexistencia de un nomenclador técnico de maniobras de transferencia no significa que se trate de cualquier práctica, justamente, todo lo contrario. La rigurosidad: un lugar de excelencia. Solo desde ella es posible esta clínica de lo particular, de lo singular.
¡Qué mejor que recordar que la creación freudiana, sus virajes, está gobernada por la preocupación inflexible de mantener su rigor científico!.
Se trata de una clínica del "pathos", del sufrimiento humano, y ¿cómo no entender los matemas lacanianos sino como fórmulas de ese sufrimiento?. Como “pathemas” será entonces como tendrá sentido pensar la oposición significante y la relación entre el sujeto en tanto castrado y su objeto en tanto que perdido. Ellos ya están enunciados al comienzo de la obra, en escritos tales como el Proyecto de psicología para neurólogos, en donde ya el objeto aparece en su estatuto en tanto que perdido.
Nos encontramos con una prioridad: la exigencia de fundamentación de nuestra praxis. La formación del analista es uno de los fundamentos del Psicoanálisis; inconsciente, pulsión, repetición y transferencia serán los otros.
¿Qué es eso que el Psicoanálisis nos enseña?
Allí, en sus fundamentos, en el inconsciente que, es menos profundo que inaccesible a la profundización consciente, eso habla: un sujeto en el sujeto, trascendente al sujeto, plantea su pregunta desde la ciencia de los sueños. (J. Lacan, El psicoanálisis y su enseñanza)
    "Eso" habla: “de una historia de una vida vivida como historia”.
    "Eso" revela: “la sujeción a las leyes del lenguaje, al juego intersignificante por donde la verdad entra en lo real”.
    A lo que nos remite el descubrimiento de Freud es a la dimensión de ese orden en que hemos entrado, en el que si puede decirse, hemos nacido por segunda vez, saliendo del estado nombrado con justicia "infans" [sin palabra], alojándonos en el orden simbólico constituido por el lenguaje: allí se constituye el “atolondradicho”.
El sentido del retorno a Freud en Psicoanálisis es retornar a la experiencia: “la cosa habla por sí misma”, destaca Lacan - haciendo alusión a Hegel-  en la conferencia pronunciada a propósito de los cien años del nacimiento de Freud. Cito: "Soy pues para vosotros el enigma de aquella que se escabulle apenas aparecida, hombres que sois tan duchos en disimularme bajo los oropeles de vuestras conveniencias...  Fantasmas, que eso es lo que sois.  A dónde voy pues cuando he pasado a vosotros, dónde estaba antes de ese paso?. Os lo diré acaso algún día?. Pero para que me encontréis donde estoy, voy a enseñaros por qué signo se me reconoce...  Hombres, escuchad, os doy el secreto. Yo, la verdad, hablo.... Ya hayáis de mi en el engaño o ya penséis alcanzarme en el error, yo os lo alcanzo en la equivocación contra la cual no tenéis refugio. Allí donde la palabra más cautelosa muestra un ligero tropiezo, es a su perfidia quien falla, lo publico ahora, y desde ese momento será un poco más complicado hacer como si nada... la intención más inocente se desconcierta de no poder ya callar que sus actos fallidos son los más logrados y que su fracaso recompensa su voto más secreto... yo, la verdad, seré contra vosotros la gran embustera, puesto que no sólo por la falsedad pasan mis caminos... Buscad, perros, que en eso os habéis convertido escuchándome, sabuesos que Sófocles prefirió lanzar tras el rastro hermético del ladrón de Apolo antes que en pos de los sangrantes talones de Edipo seguro como estaba de encontrar con El en la cita de Colona la hora de la verdad. Entrad en lid a mi llamada y aullad a mis voces. Estáis ya perdidos, me desmiento, os desafío, me destejo: decís que me defiendo... Hombres, escuchad, os doy el secreto.  Yo, la verdad, hablo".[3]     Ningún lenguaje podría decir lo verdadero sobre lo verdadero, puesto que la verdad se funda por el hecho de que habla, y puesto que no tiene otro medio para hacerlo (Lacan, J. 1965. La ciencia y la verdad. Escritos 1).
El psicoanálisis, en su praxis, detecta al sujeto en una estructura que da cuenta de su estado de hendija, de Spaltung. Esta hendija la detecta de manera en cierto modo cotidiana.  La admite en la base, puesto que ya el solo reconocimiento del inconsciente basta para motivarla, y puesto que también lo sumerge, si puedo decirlo así, con su constante manifestación. Esto posiciona al psicoanálisis en un lugar, en aquél que se define tomando al sujeto en su división constituyente.
Volveremos a realizar la pregunta de marras y daremos una respuesta lacaniana:
¿Qué es el Psicoanálisis?
El tratamiento suministrado por un psicoanalista.
Esta respueta de Lacan en el Seminario 11 nos pone bajo la pista que se trata de    una clínica bajo transferencia y, entonces,  que la formación de los analistas es uno de los fundamentos del psicoanálisis. El psicoanálisis implica, y esta implicancia se encuentra en los principios de la interrogación sobre la praxis psicoanalítica. De este modo, preguntar por aquello que funda al psicoanálisis es preguntar por sus fundamentos. La pregunta se especifica: ¿Qué enseña el Psicoanálisis? Aquello que lo funda como praxis.
Cuando decimos "praxis" hablamos de una acción concertada por el hombre que le pone en condiciones de tratar lo real por lo simbólico. Esta praxis delimita un campo: el campo de la experiencia del psicoanálisis y la cuestión central allí es la que se encierra en otra pregunta: cuál es el deseo del analista?
La experiencia psicoanalítica debe comprenderse desarrollada enteramente en la relación del significante al significante. En un psicoanálisis el sujeto se constituye por un discurso donde la presencia del psicoanalista aporta la dimensión de otredad.
En la coextensidad del desarrollo del síntoma y de su resolución curativa se muestra la neurosis: es una cuestión que el ser se plantea para el sujeto "desde allí donde estaba antes de que el sujeto viniese al mundo".
Se trata aquí de ese ser que no aparece sino durante el instante de un relámpago en el vacío del verbo ser. Cuando el sujeto se interroga por su ser, el lugar de la pregunta está planteado en el lugar del sujeto, que en tanto formula esta pregunta se constituye como enunciador de esa interrogación.
El enunciado: ¿quién soy yo?, el sujeto de la enunciación: el "je", que trata esta pregunta como un espejo sobre el cual puede mirarse. Pero ya no hay nada del "soy", del ser, en la misma, en tanto que la aprehensión del ser sería la aprehensión de lo óntico, y lo único que puede formularse y responderse se despliega en la ontología posible para cada sujeto. Pero “yo” puede preguntar el por qué de la pregunta y esto torna necesario la inclusión de aquél Otro que lleva al sujeto a preguntarse: ¿quién soy?. Y ese Otro cortado en relación al yo es el Otro inconsciente.
Así el yo hablará por las figuras de estilo de la retórica, en donde uno se acostumbra a ellas, puesto que no hay otra, pero a la verdad se la reprime. Lo único que conocemos, lejos de dar con lo inconsciente, son los elementos del significante. (Al decir de Freud: “ciencia, arte, y paciencia requiere la obra”, buscando el pez sólo encontramos el pescado). Estos no son únicamente constituyentes en la neurosis para cada uno de sus síntomas, sino que son los únicos que permiten envolver la temática del curso de la neurosis y de su resolución. Fue este abismo abierto al pensamiento, de que un pensamiento se deje  entender en la cortadura del discurso, lo que provocó la resistencia al psicoanálisis, y no la promoción de la sexualidad. Se trata de una “revolución del conocimiento a la medida del nombre de Copérnico: entiéndase el lugar eterno del descubrimiento de Freud, si se puede decir que gracias a él, el centro verdadero del ser humano no está ya en el mismo lugar que le asignaba toda una tradición humanística”. [4].
Como el descubrimiento copérnicano, el descubrimiento freudiano no deja las cosas en el mismo lugar. La tradición humanista cartesiana centralizada alrededor del “pienso-soy” es invertida por la experiencia freudiana: “soy donde no pienso; pienso donde no soy”.
Lo que piensa allí, en mí, es pues otro?
Propone Freud en su descubrimiento: “Donde estuvo ello, tengo que advenir”. ¿Cuál es pues ese otro con el cual estoy más ligado que conmigo mismo, puesto que en el seno más asentido de mi identidad conmigo mismo es él quién me agita?.  La presencia de ese otro solo puede ser comprendida en un grado segundo de otredad: Otro. Si se dice que el inconsciente es el discurso del Otro, es para indicar el más allá donde se anuda el reconocimiento del deseo con el deseo de reconocimiento.
Lacan en el escrito referido dice: "Ese otro es el Otro que invoca incluso mi mentira como fiador de la verdad en la cual él subsiste". Y es en la aparición del lenguaje como emerge la dimensión de la verdad.
Freud por su descubrimiento hizo entrar dentro del círculo de la ciencia esa frontera entre el objeto y el ser que parecía señalar su límite.
Pues bien, Lacan en el Seminario 11 nos señala que no se trata de una falta, que el deseo no busca lo que falta, sino que busca aquello de lo que carecemos y se articula desde allí, o sea, en tanto carentes en el orden del ser, deseantes. En todo caso de lo que se trata es de búsqueda de ser.
Pareciera que este planteo de la carencia‑de‑ser, no es casual, sino que nos va marcando un camino en torno a la ontología heideggeriana en donde es señalada la cuestión de la carencia y es abordado el problema del ser a través del "ser‑en" y el "ser‑con". En tanto "en" y "con" podemos responder a la pregunta por el ser. Heidegger a modo de introducción a su obra "El ser y el tiempo" nos recuerda un pasaje del Sofista de Platón que se refiere a su quedarse perplejo ante la pregunta por el ente, por el ser del ente. A su vez inicia su discurso diciendo: "ser es el más universal y vacío de los conceptos".
Reflexionar sobre la estructura del campo de la experiencia del Psicoanálisis implica recorrer un camino a través del cual se cuestione por los fundamentos y por aquello que lo funda como praxis, en tanto ésta es la que delimita el campo de la experiencia. La pregunta por los fundamentos nos lleva a cuatro conceptos: inconsciente, repetición, transferencia y pulsión, que quedan englobados en la función significante.
Todos los conceptos se ordenan en función de una estructura subordinada a la función significante. Lo que introduce la función significante en el hombre es la dimensión de lo perdido. Pero de tal modo introduce esta cortadura que, lo perdido es lo que abre la posibilidad de búsqueda, la búsqueda del deseo, lo que el deseo busca. Deseo que en la imposibilidad de realizarse, es decir, de capturar su objeto, arroja al hombre a la repetición, al volver a pedir por el objeto. Objeto que es puesto en acto en la construcción de la transferencia.
De este modo el movimiento del deseo en su relación estructurante con la repetición, pone en evidencia que la transferencia como acto resistencial, como cierre de la apertura ‑béance‑ de lo inconsciente, se encuentra reflejando el movimiento reberberante de la pulsación pulsional. Claro está que bajo esta óptica el significante de la pulsión siempre es una figura en movimiento, movimiento del deseo, movimiento de la repetición, movimiento del acto transferrencial. Pero a su vez este espacio puede leerse como deseo de movimiento, repetición de movimiento, transferencia de movimiento. Y, ¿cuál es este movimiento?. El movimiento de búsqueda de una falta simbólica que recubre la carencia-en-ser. ¿De qué carencia se trata?. De carencia de significante.
A su vez, también es un movimiento de pérdida en tanto que el sujeto no se constituye como sujeto en tanto que habla sino que el lenguaje lo constituye más allá de que hable.
El hombre habita en el lenguaje no en el sentido de ser parlante sino en el sentido de que el lenguaje lo constituye como hombre, lenguaje no como palabras sino como función simbólica. La posición del sujeto como morador en el lenguaje lo ordena en la función significante que podríamos definir como la función de encuentro‑pérdida‑reencuentro, pero jamás captura. El deseo no captura su objeto, la repetición no alcanza su meta, la pulsión no logra su descarga y la transferencia solo es un logro mancado. Y esta es la función significante. Y así concebimos la indestructibilidad del deseo inconsciente, que no se resquebraja, y donde reside esa cadena que insiste en reproducirse en la transferencia.
Es la verdad de lo que ese deseo fue en su historia lo que el sujeto grita por medio de su síntoma. Esta es también la razón que sólo el psicoanálisis permita diferenciar en la memoria, la función de rememoración. Arraigado en el significante, resuelve, por el ascendiente de la historia en el hombre, las aporías platónicas de la reminiscencia.
Jacques Lacan en su escrito "La instancia de la letra en el inconsciente o la razón desde Freud", destaca que el lugar de la letra, en el inconsciente, es el lugar del deseo, en tanto movimiento. Es decir, deseo que se define como deseo de otro o como deseo de deseo. Entonces, la articulación de la letra en lo inconsciente, en tanto deseo, implica constituirse en la palabra recibiendo el sentido desde el Otro. Esto nos llevaría al planteo de la inserción de la letra‑deseo en el pretexto cultural, en tanto que si la cultura define al hombre y la cultura es definida por el lenguaje, el deseo del hombre en tanto sujeto deseante se constituye en virtud de un lenguaje, de la letra en tanto movimiento capturable en la actualización del discurso efectivo. Resumiendo: la instancia de la letra o el lugar del deseo. ¿Dónde?  En el inconsciente estructurado como un lenguaje, o, en la razón desde Freud.
El psicoanálisis nos enseña que hay un ser de deseo y que el bien no es exterior al deseo que lo determina.
Jacques Lacan elige como medida de la ética del psicoanálisis la relación del deseo con la acción que lo habita, por ello el psicoanálisis no es una terapéutica como las demás, la diferencia radica en cierto modo ético, fuera del cual toda cura, incluso atiborrada de conocimientos psicoanalíticos, no sería sino una psicoterapia. Ya en sus inicios, la labor freudiana, trata de hacer emerger lo particular en cada cura, porque no es una ética universalizante. Freud introduce la dimensión ética sin explicitarla como tal, pero señalándola rigurosamente desde el reconocimiento del sujeto en relación al deseo.
    ¿Qué nos enseña el psicoanálisis? ¿Un psicoanálisis deja enseñanza?
La enseñanza es efecto del trabajo de la transferencia y la generación de la transferencia de trabajo.  Freud delimitó un campo de trabajo que podemos enunciar como "recordar y no actuar", en donde en la experiencia analítica se trata de hacer trabajar al sujeto del inconsciente.
En un psicoanálisis lo que está en tratamiento es el sujeto de goce, aquél atrapado por la maquinaria del inconsciente, sumergido  en una dormidera inercial, atrapado en las redes de los significantes amos de su constitución.  De lo que se trata es de una destitución subjetiva en términos de este sujeto de goce. Entonces, no se trata de instituir un sujeto como si se tratara del sujeto del derecho. El sujeto del inconsciente es fundamentalmente sujeto de una destitución.  Ya la asociación libre da pruebas de la destitución del sujeto, de la subversión de su posición, en tanto que en la experiencia analítica, un sujeto debe consentir ser solamente el punto de pasaje de las palabras. Entonces, la destitución del sujeto en tanto que goce, y el advenimiento del sujeto en  relación a un deseo‑decidido, a un deseo advertido para no desear lo imposible.
    Cabe preguntar: ¿Cuáles son las consecuencias éticas que entraña la
relación con el inconsciente tal como lo descubrió  Freud? ¿Tal relación es transmisible?
    La ética del psicoanálisis es relativa a lo que en el deseo es irreductible a toda acción común. La extraterritorialidad del psicoanálisis al discurso de la ciencia no quiere decir adaptación ni marginación social. El psicoanálisis no se sostiene por sí solo, ni la dificultad para la verificación social del acto analítico lo ubica en la dimensión de la mística. Hacer de la dificultad culto es complacencia y no problema teórico o ético. 
     Si el inconsciente es pulsátil, su manifestación -su verdad- es sorpresiva e inintegrable al discurso intencional. Las formaciones del inconsciente atestiguan de eso. “Verdad no dicha pero sí sufrida”. Incluir el inconsciente en ese asunto de la verdad es sostener que la verdad es inseparable de los efectos de lenguaje, o sea, que es su efecto, lo que supone distinguir el enunciado de la enunciación.
El análisis comenzaría bajo la exhortación de un “vere-dictu”: “que la verdad sea dicha, que la verdad enuncie su veredicto”. Entonces, el inconsciente: un saber; el sujeto: lo que falta a ese saber. Pero, el inconsciente es un “saber a construir”. Eso fue lo que las histéricas le enseñaron a Freud: el punto de  “shibolet” (El yo y el ello, 1923) entre la teoría del conocimiento y el psicoanálisis respecto de la consideración por la conciencia. Eso constituyó la experiencia freudiana:   el sujeto hablando constituye su deseo.

Bibliografía

Lacan, Jacques. “La cosa freudiana o sentido del retorno a Freud en Psicoanálisis”. Escritos 1. Sigloveitiuno editores. México-Madrid-Bogotá-Buenos Aires. 8va. ed. 1980.
Lacan, Jacques.Función y campo de la palabra en psicoanálisis”. Escritos 1. Sigloveitiuno editores. México-Madrid-Bogotá-Buenos Aires. 8va. ed. 1980.
1955.
Imbriano, Amelia y Broca, Roland. “Espacio de configuración psicoanalítico” en: El sujeto de la clínica. Leuka. Buenos Aires. 1988.
Imbriano; Amelia. “Un posible homenaje a Freud”, “Acerca de la circulación del psicoanálisis en la Universidad”. En: Testimonios de trabajo. Leuka. Buenos Aires, 1993
Imbriano, Amelia. “Debate sobre las enseñanzas del Psicoanálisis”. Revista Universidad, N°2/96. Buenos Aires. 1996.
Imbriano, Amelia. “La enseñanza del psicoanálisis y la Universidad”. Revista Documenta Laboris N° 2. Buenos Aires. 2000.



[1] Lacan, J. “La cosa freudiana o sentido del retorno a Freud en Psicoanális”. Escritos 1. Sigl XXI. 8va. 1980. Mexico- Madrid – Bogota – Buenos Aires, pág. 145.
[2] Ibíd.
[3] Ibíd, pág. 152.
[4] Ibíd, pag. 145.

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