El aparato Psíquico y el mundo exterior

El aparato Psíquico y el mundo exterior.

El núcleo de nuestro ser está constituido, por el oscuro "Ello", que no comercia directamente con el mundo exterior y además solo se le puede noticiar por la mediación de otra instancia. Dentro del "Ello", ejercen su acción eficiente las pulsiones orgánicas, ellas mismas compuestas de mezclas de dos fuerzas primordiales (Eros y destrucción). Lo unico que estas pulsiones quieren alcanzar es la satisfacción que se espera de precisas alteraciones en los órganos con auxilio de objetos del mundo exterior.
El ello no conoce prevención alguna por la seguridad de la pervivencia, ninguna angustia; o quizá sería más acertado decir que puede desarrollar sí los elementos de sensacion de la angustia pero no valorizarlos.

El Ello cortado del mundo exterior tiene su propio mundo de percepción, registra con extraordinaria agudeza ciertas alteraciones sobrevenidas en su interior, en particular las oscilaciones en la tensión de necesidad de sus pulsiones, las que devienen concientes como sensaciones de la serie placer-displacer.
El llamado yo se ha desarrollado a partir del estrado cortical del ello, que por su dispositivo para recibir estímulos y apartarlos permanece en contacto directo con el mundo exterior. ( la realidad objetiva).
Su operacion psicológica consiste en elevar los decursos del ello a un nivel dinámico más alto mudar energía  libremente movil en energía ligada, como corresponde al estado PCC, y su operación constructiva, en interpolar enre exigencia pulsional y acción satisfaciente la actividad del pensar, que trata de colegir el exito de las empresas intentadas mediante unas acciones tentaleantes, tras orientarse en el presente y valorizar experiencias anteriores, de esta manera el yo decide si el intento desembocará en la satifacción o debe ser desplazado o si la exigencia de la pulsión, no tiene que ser sofocada por completo como peligrosa (principio de realidad).
El yo se ha propuesto la tarea de la autoconservacion.
Le amenazan peligros, ante todo desde la realidad objetiva, pero no solo desde ahí, el ello propío es una fuente de parecidos peligros y con dos diversos fundamentos, en primer lugar, intensidades pulsionales hipertroficas pueden dañar al yo de manera semejante,  que los estimulos hipertroficos del mundo exterior, es verdad que no son capaces de aniquilarlo, pero si de destruir la organizacion dinamica que lees propia, de mudar de nuevo al yo en una parte del ello.
el yo combate en dos frentes: tiene que defender su existencia contra un mundo exterior que amenaza aniquilarlo, así como contra un mundo interior demasiado exigente, y contra ambos aplica los mismos métodos defensivos, pero la defensa contra el enemigo interior es deficiente de una manera particular.
Es dificil escapar de los peligros interiores, ellos perduran como unas amenazas, aunque temporalmente puedan ser sofrenados.
El niño es protegido por la providencia de los progenitores: expía  esta seguridad con la angustia ante la pérdida de amor, que lo dejaría expuesto inerme a tales peligros, cuando el varoncito cae en la situación del complejo de Edipo, dentro del cual se apodera de el la amenaza a su narcisismo por la castración, una amenaza reforzada desde el tiempo primordial, el niño se ve constreñido a emprender sus intentos defensivos -represiones- que si bien son acordes a tal fin para ese momento se revelan psicológicamente insuficientes cuando la posterior reanimacion de la vida sexual refuerza las exigencias pulsionales en aquel tiempo rechazadas. El abordaje biológico no puede sino declarar, enconces que el yo fracasa en la tarea de dominar las excitaciones de la etapa sexual temprana, en una epoca de que su inacabamiento lo inhabilita para lograrlo.
Las exigencias pulsionales, esforzadas a apartarse de una satisfacción directa, son constreñidas a internarse por nuevas vias  que llevan a la satisfaccion sustitutiva, y en el curso de estos rodeos pueden ser desexualizadas y aflojada su conexion con sus metas pulsionales originarias.
Nuestro patrimonio cultural fue adquirido a expensas de la sexualidad, por limitación de unas fuerzas pulsionales sexuales.
El yo debe su genesis así como los más importantes de sus caracteres adquiridos, al vínculo con el mundo exterior.
La clinica nos enseña que el estallido de una psícosis es que la realidad objetiva se haya vuelto insoportablemente dolorosa o bien que las pulsiones hayan cobrado un refuezo extraordinario,.
Freud cita un caso de paranoía croníca donde luego de un ataque de celos, su delirio era rectificado en los sueños, sostiene que en tal caso a sobrevenido una escisión psíquica, como que se forman dos posturas psíquicas en vez de una postura única, la que toma en cuenta la realidad objetiva, la normal, y otra que bajo el influjo de lo pulsional desase al yo de la realidad, si la segunda es o deviene la más poderosa, está dada la condicion de psicosis.
El punto de vista que postula en todas las psicosis una escisión del yo no tendría títulos para reclamar tanta consideración si no demostrara su acierto en otros estados mas demejantes a la neurosis.
Ahora bien, sería desacertado llamar escisión del yo a lo que sobreviene a raíz de la formación  del fetiche, es una formacion de compromiso con ayuda de un deszplamiento (descentramiento), la creación del fetiche ha obedecido al propósito de destruir la posibilidad de la castracion de suerte que uno puediera escapar a la angustia de la castracion, por tanto, en su comportamiento se expresan al mismo tiempo 2 premisas contrapuestas, por un lado, desmiente el hecho de su percepcion a saber que los genitales femenínos no han visto pene alguno, por el otro, reconoce la falta de pene de la mujer y de ahí extraen las conluciones correctas, las dos actitudes subsisten una junto a la otra durante la vida sin influirse recíprocamente. Es lo que se tiene derecho a llamar escisión del yo.
El fetichismo es un objeto particularmente favorale para el estudio de la escisión del yo. Las desmentidas que sobrevienen a menudo no solo en fetichistas, y siempre que las estudiamos son medidas que aparecen a medias de intentos incompletos de desasirse de la realidad objetiva.
repecto a una determinada conducta pueden subsistir en una misma persona 2 posturas diversas contrapuestas una de la otra e independientes entre si, he ahí el rasgo universal de la neurosis, solo que en este caso pertence al yo y la contrapuesta como reprimida al ello.
No intersa qué emprenda el yo en su afán defensivo, sea que quiera desmentir un fragmento del mundo exterior real y efectivo o rechazar una exigencia pulsional del mundo interior, el resultado nunca es perfecto sin residuo, sino que siempre se siguen de alli dos posturas opuestas de las cuales tambien la subyacente la mas débil conduce a ulterioridades psíquicas para concluir solo se requiere señalar cuán poco de todos estos procesos nos deviene consabido por percepcion conciente.

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