PUNTUALIZACIONES SOBRE EL AMOR DE TRANSFERENCIA – Freud (1915)
Freud
dice que no tardó en
comprobar que esta es una dificultad de poca importancia en comparación con lo que va a surgir luego en lo referente al
manejo de la transferencia. Y el manejo de la transferencia sería que el analista pueda aprovechar esas escenas que
se repiten con él en
pos de un beneficio para el analizante en la continuación del análisis.
Poder transformar lo traumático
en algo posibilitador.
Ante
la posibilidad del enamoramiento hacia el analista, para el profano habría dos soluciones:
1-que
ambos, analista y paciente contraigan una relación legítima,
con la consiguiente interrupción
del análisis.
Esto es poco frecuente.
2-Que
deba abandonar el tratamiento.
Freud:
existe una tercera posibilidad que parecería compatible con la prosecución de la cura, pero que es inadmisible: que sean
amantes. Esto va en contra de la dignidad profesional.
Supongamos
que abandone el tratamiento. Si esto sucede, la paciente no dejaría de repetir esta misma situación con otro analista y luego con un tercero hasta que
esto no sea trabajado en algún análisis.
El
analista tiene que discernir que el amor de transferencia surge como
consecuencia de la situación
analítica,
y no se puede atribuir la conquista.
El
amor de transferencia aparece cuando la cura transita por un período fecundo. La paciente aún más dócil para el trabajo psicoanalítico, cuando se presenta el amor de transferencia,
pierde todo interés
por el análisis
y sólo
habla y quiere oír
acerca de su amor por el analista para el cual demanda correspondencia. Es una
situación
muy difícil
para el analista pues, debe sustraerse y no incurrir en el error de dar
por terminado el tratamiento.
La
primera cuestión es
tratar de situarse en el antes de la emergencia del amor. Esto implica retomar
aquello de que venían
hablando y trabajando antes de que apareciera porque, sin duda, ese amor de
transferencia esta operando como resistencia a la cura. Generalmente el amor de
transferencia surge cuando se están
trabajando temas importantes en la vida de una persona. En lugar de enfrentarse
a esos fragmentos penosos e intensamente reprimidos de su historia, surge el
amor como freno a esa emergencia. Además de apartar al paciente del encuentro con lo
reprimido, coloca al analista en una posición embarazosa.
Freud:
para que el analista pueda enfrentar y soportar el amor de transferencia, tiene
que trabajar la contratransferencia.
Este concepto, Freud lo había trabajado en 1910 (Perspectiva futuras de la
terapia psicoanalítica).
Llama contratransferencia al conjunto de representaciones, sentimientos,
reacciones y al vivenciar en su conjunto, que despierta en el analista las
actitudes del analizante, o el sufrimiento del analizante, o sus características de personalidad.
Si el analista no se encuentra con lo que a él le produce el analizante, difícilmente pueda soportar la transferencia que se alza
como resistencia: tanto la negativa como la erótica.
Si
el analista no se encuentra con lo que a él le produce el analizante, difícilmente pueda soportar la transferencia que se alza
como resistencia: tanto la negativa como la erótica.
Winnicott
trabaja mucho la contratransferencia y habla de diferentes tipos.
Si
el analista no puede manejar lo contratransferencial, lo actúa, por ejemplo: con excesivo amor o altruismo hacia
el analizante, contrainvistiendo el odio por la excesiva demanda del
analizante. Esto en algún
momento va a dificultar el análisis.
El
analista debe saber que el amor de transferencia surge como consecuencia de la
situación
analítica.
Son directas o indirectas.
El
amor de transferencia aparece cuando la cura transita por un período fecundo.
Continuación de “Puntualizaciones sobre el amor...........”
En
el texto “
Perspectivas futuras de la Terapia Psicoanalítica” de
1910. F →
dice : “.....la
contratransferencia es el influjo que el paciente ejerce sobre el sentir
inconsciente del médico
que se instala como contratransferencia y a la que debe discernir y dominar.
En
la Carta de Freud a Binswanger de 1913.
F →
dice: “.....la
contratransferencia se encuentra entre los problemas técnicos más
complicados del psicoanálisis.
Lo que se da al paciente no debe ser jamás afecto inmediato sino siempre, afecto concientemente
otorgado en mayor o menor grado según
las necesidades del momento.
En ciertas circunstancias se puede
conceder mucho pero nunca tomándolo de su propio inconsciente. Reconocer la
contratransferencia y superarla, solo entonces se estará liberado. Dar a
alguien muy poco, porque se lo ama mucho es una injusticia cometida contra el
paciente y una falta técnica.”
En ambos textos F destaca la importancia
de discernir la contratransferencia, de tomarla concientemente, de poder
manejarla para no actuarla con el paciente.
Si el analista no se encuentra con los
sentimientos contratransferenciales que el paciente le despierte, va a ser
manejado él por esos sentimientos y puede llevar adelante actos
perjudiciales.
F habla de contransferencia en “Puntualizaciones
sobre.......” y dice: → “...que un analizante se enamore del analista, y la demanda
que ese amor implica, exige ser
correspondido, exige retorno. Es imposible que esto no afecte al analista.
Una de las cuestiones necesarias para
afrontar el enamoramiento del paciente es manejar la contratransferencia.” (esto también cuenta para el odio
contransferencial según Anahí)
Luego F habla de 2 posibilidades que le
surgirían al paciente frente a esta irrupción amorosa.
1-) abandonar el tratamiento
2-) pensar que el amor es algo pasajero e
inevitable
Los familiares de la paciente se decidirán por la primera
alternativa y el analista por la segunda.
La decisión aquí nunca la deben tomar
los familiares pues, muchas veces el amor de la familia es egoísta y el cariño de la familia no va
a curar al paciente de su neurosis. Mientras el paciente conserve su neurosis,
conservará también, su alteración en la capacidad de amar.
El analista puede sacar provecho del amor
de su paciente hacia él. Poder aprovechar la compulsión a la repetición que se presenta con
el analista en pos, del levantamiento de lo reprimido y la prosecución de la cura.
F ha escuchado que algunos analistas
fomentan el amor de transferencia para que el análisis progrese y que
muchos preparan a sus pacientes para la emergencia de esa posibilidad. F, no
está de acuerdo con ninguna de las dos posibilidades. Respecto
de la última, dicha preparación sería anticipar y
anticipar es convocar a que eso suceda. Respecto de la primera, lejos de que la
fomentación del amor permita un progreso en la cura, genera lo
contrario.
La paciente aún más dúctil para el trabajo
psicoanalítico, cuando se presenta el amor de transferencia, pierde
todo interés por el análisis y sólo habla y quiere oír acerca de su amor por el analista para
el cual demanda correspondencia.
Esta situación tiene una
intensidad y una carga tan alta, que el
analista mismo queda perdido y parece que lo único que primara en
ese vínculo y proceso es, el amor transferencial. F → compara esta situación con el desarrollo de una comedia de la
que somos espectadores y, de repente “alguien alza la voz de Fuego!!!!, hay un
incendio!!!!!!”. El revuelo es tan grande que ya nadie se acuerda en que
estaba la obra cuando se inicia el fuego. F dice: → que esto mismo es lo
que pasa en un tratamiento psicoanalítico cuando se presenta el amor de
transferencia.
Aparece el “fuego” y ya nadie sabe de
qué se trata el análisis. Es una situación muy difícil para el analista
pues, debe sustraerse a al invasión del fuego y no incurrir en el error de dar por terminado el tratamiento.
La
primera cuestión es
tratar de situarse en el antes de la emergencia del amor. Esto implica → retomar aquello de que venían hablando y trabajando antes de que apareciera
porque, sin duda, ese amor de transferencia esta operando como resistencia a la
cura.
Generalmente el amor de transferencia
surge cuando se están trabajando temas importantes en la vida de una persona. En
lugar de enfrentarse a esos fragmentos penosos e intensamente reprimidos de su
historia, surge el amor como freno a esa emergencia. Además de apartar al
paciente del encuentro con lo reprimido, coloca al analista en una posición embarazosa.
Es necesario abordar dos factores que complican bastante la situación:
1-) es propio del estado de enamoramiento
en general: en el de que la paciente haga gala de sus atractivos, que compruebe
el poder de sus atractivos y lleve adelante el deseo de quebrantar la autoridad
del analista haciéndola descender al puesto de amante. Esto implicaría un triunfo
narcisista.
2-) remite a las manifestaciones de la
resistencia: pone a prueba al analista que, de caer en la trampa, redes de este amor, serían motivo de parte
del analizante de darle una dura lección al analista y por supuesto, se trataría de mostrarle su
debilidad. Confrontar al analista con su falla, con lo cual, se hace muy difícil que el analista
pueda continuar. Gana la resistencia, el analista queda denostado y es muy difícil que se restituya
la autoridad.
Freud se pregunta ¿Cómo ha de comportarse
el analista para no fracasar en esta situación; cuando tiene la
convicción de que la cura debe ser continuada a pesar de la
transformación amorosa y a través de ella?
La respuesta moral de parte del analista
no es lo aconsejable.→sería hacerle entender al analizante lo no conveniente de este
amor, que este no se corresponde a las reglas morales y que, es conveniente que
domine esta parte impulsiva de sí.
Freud por fortuna sustituyó la respuesta moral
por una respuesta técnica sin que el resultado sufra modificación alguna ya que
apunta, a la no conservación del amor.
Respuesta técnica:
No hay
que tratar de que esta paciente yugule este amor por el analista e
instarlo a la sublimación. Esto sería como haber convocado lo reprimido para volver a sepultarlo
atemorizados (el analista). Se hace cómplice de los temores del analizante. Jamás el analista debe
mentir al analizante. EJ: confesar amor al analizante para bajar apremio a él.
¿ Cómo se hace entonces?
-Manejando la contratransferencia
-Sosteniendo el principio de abstinencia:
F → pág. 168 “Ya he dejado colegir que la técnica analítica impone al médico el mandamiento
de denegar a la paciente menesterosa de amor la satisfacción apetecida. La cura
tiene que ser realizada en la abstinencia; sólo que con ello no me
refiero a al privación corporal, ni a al privación de todo cuanto
apetece, pues quizá ningún enfermo lo toleraría. Lo que quiero es
postular este principio: hay que dejar subsistir en el enfermo necesidad y añoranza como unas
fuerzas pulsionantes del trabajo y la alteración, y guardarse de
apaciguarlas mediante subrogados. Es que uno no podría ofrecer otra cosa
que subrogados, puesto que la enferma, a consecuencia de su estado y mientras
no hayan sido levantadas sus represiones, será incapaz de lograr
una efectiva satisfacción.”
Otorgar subrogados impide que el paciente
siga la búsqueda. Responder al amor es un subrogado que frena más que ninguno la búsqueda. El principio
de abstinencia es inherente al dispositivo analítico, no solo hay que
tenerlo presente ante el amor de transferencia.
Si el analista accede al amor con el fin
de continuar la cura, yerra por completo. Si la paciente viera correspondido su
amor, obtendría una victoria personal, narcisista. Pero, se produce una
derrota de la cura y esto es lo que debemos tener presente para el cómo hacemos?.
La paciente repite con el analista el amor
hacia él para no recordar. Repite en el aquí y ahora algo de antaño que debió haber sido evocado
permaneciendo en el dominio psíquico anímico (plano de las representaciones).
Las relaciones amorosas entre el analista
y analizante son monstruosas pues, colocan al analizante en una posición de incesto y desde
ya, cesa a partir de este momento todo influjo analítico. La satisfacción de las tendencias amorosas en el analista son
tan fatales como su represión.
F→pág. 169 “ Uno debe guardarse
de desviar la transferencia amorosa, de ahuyentarla o de disgustar de ella a al
paciente; y con igual firmeza uno se abstendrá de corresponderle.
Uno retiene la transferencia de amor, pero la trata como algo no real, como una
situación por la que se atraviesa en la cura, que debe ser
reorientada hacia sus orígenes inconscientes y ayudará a llevar a la
conciencia lo más escondido de la vida amorosa de la enferma, para así gobernarlo” → lo tratamos como
algo irreal, algo artificial, algo producido por la situación analítica y tratamos de
atravesarla remitiendo este afecto tan intenso al lugar de donde proviene, a
sus raíces inconscientes.
Tratamos de que estos orígenes afloren a la
conciencia. Si no es de máxima intensidad ese amor, va cediendo ya que es un amor que
remite a lo edípico, incestuoso, a lo traumático del amor. El
exceso de investidura que se canaliza como compulsión a la repetición. → “Cuanto más se impresione uno
mismo que esta a salvo de toda tentación, más extraerá de la situación su sustancia analítica. La paciente,
cuya represión de lo sexual no ha sido cancelada, sino solo empujada al
trasfondo, se sentirá entonces lo bastante segura para traer a la luz todas las
condiciones de amor, todas las fantasías de su añoranza sexual, todos
los caracteres singulares de su condición enamorada, abriendo
desde aquí el camino hacia los fundamentos infantiles de su amor.”
Son fundamentos infantiles los que han
dado inicio a este amor. No siempre es posible atravesar el amor de
transferencia y remitirlo al origen. F→ pág. 170
“Es
verdad que este intento de mantener el amor de transferencia sin satisfacerlo
fracasará con una clase de mujeres. Son aquellas de un apasionamiento
elemental que no tolera subrogados, criaturas de la naturaleza que no quieren
tomar lo psíquico por lo material, que, según palabras del poeta,
sólo son accesibles a “ lógica de sopas y
argumentos de albóndigas”. Con tales personas se está frente a una opción: mostrarles
correspondencia de amor, o bien cargar con toda la hostilidad de la mujer
desairada. Y en ninguno de ambos casos puede uno percibir los intereses de la
cura. Es preciso retirarse sin obtener el éxito, y acaso pueda
uno preguntarse como se compadece la aptitud para la neurosis con una necesidad
de amor tan inexorable.” → no siempre el paciente logra curarse. Esto pasa también con las demandas
excesivas de parte del paciente, no sólo con el amor de transferencia. Pero uno
no es incondicional. Si esto sucede, el analista deja de existir. Reclaman la
presencia mágica del objeto, pero si el objeto no se presenta, cae
(Winnicott). Es una exigencia insoportable para el analista.
Vuelve
a remarcar que el amor de transferencia es resistencial y que prueba de esta
resistencia es que: al enamorase el paciente no se torna más accesible al análisis. ® por
amor asocio...NO, por amor recuerdo...NO.
En ningún caso esto se ha presentado así. Y dentro de las herramientas, el
analista, debe saber y comunicarle al analizante que este amor es una repetición y que no posee ni un solo rasgo
nuevo nacido de la situación actual sino que, se compone en su totalidad de repeticiones y ecos
de reacciones anteriores e infantiles y que nos comprometemos a demostrarles
que esto, es así.
F® inmediatamente se pregunta ®el amor de transferencia no ha de
ser tomado como verdadero? . F ® responde que es genuino y es repetición.
Pero solo el
amor de transferencia es repetición y reproduce el amor infantil? F® responde que NO, que todo amor responde
a modelos infantiles. El amor de transferencia se muestra menos dúctil que otras formas de amor, es
un amor caprichoso, posee un menor grado de libertad, es un amor que no
contempla sus consecuencias y es menos suceptible de modificación. Es un amor que exige
correspondencia.
Resumamos tres características propias del amor de
transferencia ® no hay ningún derecho a negar el carácter genuino al amor de transferencia. Si parece tan poco normal, ello
se explica suficientemente por las circunstancias de que todo enamoramiento, aún fuera de la cura analítica, recuerda aun más a los fenómenos anormales que a los normales.
De cualquier modo, se singulariza por algunos rasgos
que le aseguran una particular posición:
1-) Es provocado por la situación analítica.
2-)Es empujado hacia arriba por las resistencias que
gobiernan a esta situación; y
3-)Carece en alto
grado del miramiento por la realidad objetiva, es menos prudente, menos
cuidadoso de sus consecuencias, más
ciego en la apreciación de
la persona amada de lo que querríamos
concederle a un enamoramiento normal. Pero no nos es lícito olvidar que, justamente estos rasgos que desvían de la norma, constituyen lo esencial de un
enamoramiento.
La paciente debe
aprender del amor de transferencia a vencer el principio de placer, renunciando
a una satisfacción inmediata, y el analista tiene una triple lucha:
•
En su interior: contra los poderes
que querrían hacerlo bajar del nivel analítico.
•
Fuera del análisis: contra los oponentes que le
impugnan la significatividad de las fuerzas pulsionales sexuales y le prohíben servirse de ellas en su técnica científica.
•
En el análisis: contra sus pacientes, que
se comportan como los oponentes al inicio, pero luego quieren aprisionar al médico con su apasionamiento no domeñado socialmente.
Rebagliatti: ¿Lo caprichoso, impaciente, no
forma parte del enamoramiento normal?®Sí, de un tiempo inherente a ese
enamoramiento. En todo amor hay rasgos infantiles de la vida amorosa pero el
amor de transferencia pone en juego, preponderantemente, la fijaciones de ese
amor infantil. Lo que el analista debe tratar de hacer es deshacer esas
fijaciones para que la persona recobre su disposición libre a amar ya que la fijación detiene, retiene, es una
atadura.
Lacan → todo amor es equívoco, implica una equivocidad,
porque en todo amor hay un matiz regresivo y uno progresivo o posibilitador.
El regresivo → primeros momentos del amor (hay
personas que no salen de aquí). En este primer momento → identificación narcisista con el otro, el otro
es el yo y el yo es el otro. Se da esta vivencia de completud que se puede
ejemplificar con el mito de la media naranja. No se aceptan las diferencias,
que el otro tenga intereses aparte de mi. Aparecen los celos, que son
narcisistas, no soporta que el otro se aparte de él. La vivencia es que si se
separan, uno desaparece. La distancia es vivenciada como abandono. Es un amor
que está obturando la emergencia de angustia.
La vertiente
progresiva del amor es aquella donde las identificaciones narcisísticas deben ir cediendo su plaza,
su lugar a identificaciones simbólicas (secundarias), a rasgos del objeto de amor.
Comparten rasgos, pero se mantiene la diferencia e individualidad de cada uno.
Es poder aceptar la ausencia y la posibilidad de pérdida del otro. No tiene este
sesgo de incondicionalidad. Ser condicionado, es lo que da la posibilidad del
mantenimiento del deseo. La incondicionalidad aplasta el deseo. Se trata de
estar con el objeto sin estar pegado a él.
Hay un tercer
momento que conformaría un amor no patológico: dar lugar a la sublimación, a la creación en el vínculo y al surgimiento de la pulsión epistemofílica (de saber), dar lugar a la
curiosidad y la sorpresa que el otro y uno mismo puede deparar.
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