Drogadiccion
DROGADICCION
Qué es la
droga?: es una
sustancia neutra que incidirá severamente en el organismo, particularmente en
el Sistema Nervioso Central, para tranquilizar, estimular o producir
alucinaciones.
Qué es la
drogadicción?: es el
uso de la droga transformado en hábito y necesidad, a punto tal que el sujeto
no puede vivir sin ella.
Qué es la
dependencia?: es
algo de lo que no puede privarse al hombre puesto que la condición humana es
ser dependiente.
La dependencia de la droga se dará como la necesidad
de suplir la falta de una adecuada
dependencia en la niñez, como fundamento de
confianza y seguridad. Así la dependencia de la droga será sustitutiva, le dará
al sujeto una seguridad y confianza básicas.
En la adolescencia el sujeto comienza a apartarse de
su familia. Esta movilidad se realiza generalmente con un grupo de pares o grupo
de experimentación. La droga se va a
dar como una experiencia más. Será una nueva aventura asumida por el grupo y
hasta impuestas como condición.
Rivera se pregunta: qué sucede si después de estas
experiencias se continúa con ellas?. Si bien el itinerario comienza en forma
placentera, ya que todo se tornará fácil y realizable, paulatinamente aparecerá
el desborde y el descontrol, pasando a desintegrarse el grupo. Muy pronto
pasarán a drogarse solos y así la droga se transformará de un medio en un fin.
La elección de la droga será la elección de una
situación que intentará repetirse cada vez con mayor frecuencia, con la
pretensión de quedar fijado en ella. Según Rivera, el adolescente, necesitará
revestirse con el chaleco químico de la droga para ser lo que no puede ser por
sí mismo o dejar de ser lo que no puede evitar de otra manera.
Al solucionar así el problema de su falta de adecuada
dependencia mediante una dependencia sustitutiva, buscará aislamiento
entablando una comunicación vivida sin esfuerzos, casi sin palabras; y así
huirá de la realidad.
En su carrera drogactiva el adolescente sufrirá un
triple desprendimiento: de la familia; de su grupo y de la sociedad, obteniendo
como resultado la marginación.
Rivera considera que es necesario averiguar cuál es la
relación que tiene el sujeto con la droga (objeto).
Para este autor, la drogadicción tiene una relación
social. La familia es una caja de resonancia de la sociedad en la cual el
adicto aparece como un emergente y su dependencia a las drogas es sustitutiva,
porque le otorga la seguridad y confianza básica que los padres no le dieron.
En los adolescentes la drogadicción aparece como una
experiencia de curiosidad y desafío, fundamentalmente, es una oportunidad
brindada por el grupo de pares. Hay una suerte de identificación con el estado
producido por la sustancia que luego se busca siempre de nuevo en una
repetición compulsiva. La misma sociedad obliga a consumir pero para ello hay
que trabajar, al tiempo que éste no es fácil de conseguir, este círculo produce
un proceso de estrés que provoca la necesidad de consumir y así sucesivamente.
El alejamiento de la familia, el divorcio de los
padres y otras cuestiones son conflictos que para el adolescente suelen ser
insuperables. Sólo logran la superación por medio de la droga, como si ello
posibilitara comunicar algo sin palabras. La droga otorga seguridad. El vacío
existencial, la internalización de frustraciones y las disociaciones por una
parte y por la otra cómo se produce el malestar en nuestra cultura
industrializada, en la época de las computadoras, hacen necesario
anfetaminizarse en el proceso de seguir el ritmo vertiginoso. (El enfoque de
Rivera es educativo y social).
Para el PSICOANALISIS la toxicomanía no es una
estructura aislada porque el objeto droga puede ser encontrado en distintas
estructuras. Al Psicoanálisis le interesa la relación que el sujeto tiene con
ese objeto droga. Dirá que es una sustitución de la masturbación que es la
primera adicción.
Con todo, el tóxico es un instrumento a servicio del
discurso del paciente para su inconsciente se haga oír. En este sentido el
tóxico no es un fin en sí mismo, se lo liga a un exceso, a una exacerbación de
la satisfacción que confluye con la pulsión de muerte; es decir más del
principio del placer que, para esta Escuela, es conceptualizado como un goce,
éste pasa por el propio cuerpo autoerotismo.
No hay proceso secundario de la pulsión; esto le
permite al sujeto no enfrentarse con el problema de la sexualidad porque el
fenómeno de las adicciones se dan en mayor medida durante la pubertad. La droga
permite que el púber eluda toda pregunta acerca de la sexualidad.
A través de la sustancia tóxica puede postergar el
confrontarse con la pregunta acerca de la cuestión sexual. Allí donde hay vacío
surge la droga posibilitándole al sujeto evitar enfrentarse con la castración.
Es importante que a través del análisis se propicie
que el sujeto se deshaga de esta identificación con la frase “yo soy adicto”.
Se debe conducir al sujeto al cambio e interrogar sobre la particular relación
que tiene con la droga que ha elegido. La frase yo soy adicto es el resultado
del discurso de “otros”, esta adviene en lugar del nombre propio, es una
autodefinición en la que uno no podría preguntar nada (se coagula el discurso).
En las adicciones hay una gran desvalorización de la
figura paterna como ley. S. Freud dice que el tóxico le sirve al adicto para
facilitar la sustracción de una realidad penosa, pues la vida tal como nos es
dada resulta dolorosa y nos muestra grandes desengaños con lo que, para
soportarla, se acude a través de estas sustancias a un estado que implica
ganancia inmediata de placer y una independencia del mundo externo que sustrae
al sujeto de la presión de la realidad para sumergirse en su propio mundo.
La frase “yo soy adicto” define la condición de
existencia del sujeto, la maniobra del análisis tendrá que ver con mover esta
identificación y promover la pregunta: quién soy?. Si no soy este adicto con el
que fui llamado durante todo este tiempo.
La droga es una condición contra la falta de felicidad
absoluta, ese poco de felicidad resulta de la diferencia entre lo buscado y lo
encontrado. La marca del límite la pone siempre la ley paterna que impide el
incesto, la que permite desear pero pone límite al goce.
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